­La otra parte de la polémica toma la palabra y defiende su parte. Un grupo de filólogos y traductores se ha unido para defender sus derechos y pedir a Educación que no ceda y ponga fin al intrusismo en la enseñanza de lenguas extranjeras en institutos y escuelas oficiales de idiomas.

La última convocatoria de interinos introdujo como novedad que había que ser filólogo para impartir estas áreas, cuando hasta ahora podían hacerlo licenciados en Humanidades con una acreditación del B2. El repentino endurecimiento de los requisitos indignó a estos profesores que en algunos casos llevaban muchos años ejerciendo.

Los sindicatos han recurrido la convocatoria apoyándose en que es discriminatoria al ignorar la experiencia docente de estos afectados. Además, una veintena de afiliados de CC OO han presentado recursos de forma individual. En la mesa sectorial de la semana pasada, la consellera Camps se comprometió a buscar una solución para estos profesionales.

Ahora los filólogos y traductores han empezado a organizarse y a unirse (de momento a través de la página de Facebook Filólogos y traductores unidos contra el intrusismo) y han redactado una carta en la que explican a Educación que su colectivo ha sufrido una situación de "marginación" ya que su formación ha sido "despreciada" durante años en favor de unos licenciados en Humanidades "sin ningún contenido lingüístico" que se quedaban con unas plazas que consideran que les corresponden.

Entienden que la última convocatoria de interinos subsanaba "este agravio comparativo", pero lamentan la actitud de los sindicatos: "Abogan por defender los derechos de estos licenciados en detrimento de los nuestros y nos despojan una vez más del derecho legítimo a ocupar las plazas que por formación nos corresponden". Con todo, creen que si Camps rectifica y los filólogos y traductores vuelven "a ser marginados" los afectados serán "los alumnos y la calidad de la enseñanza, en un momento en que la adquisición de la competencia en lengua extranjera resulta un reto ineludible"