"No era solo hacer, era pensar... Es una escuela que despierta la creatividad que tiene todo el mundo. También tengo el recuerdo de ver muchísimos cuadros y las preguntas que nos hacían". "Aprendías a apreciar el arte". "La parte artística nos enseñaba a abrirnos a las cosas". "Nos enseñaban a escuchar y a poner la oreja a muchas cosas". Estas son declaraciones de antiguos alumnos del colegio Es Pont, recogidas en un investigación titulada "¿Qué queda de lo que se vivió en la escuela?", realizadas por la profesora de Pedagogía Aplicada y Psicología de la Educación de la UIB, Maria Bel Pomar. La profesora entrevistó a exalumnos de perfil diverso de entre 17 y 34 años. Y todos señalaron la enseñanza artística como un elemento que sigue viviendo dentro de ellos. "Destacaron el haber ido a exposiciones, hacer producciones artísticas o cantar como cosas que aún están presentes en su vida", apunta la investigadora, que considera entonces probado que "vale la pena" apostar por las propuestas artísticas en la escuela, pero, eso sí, "propuestas de nivel". De esta manera, los docentes no solo despiertan en los chavales "el gusto de disfrutar de los bienes culturales" sino que contribuyen a generar un sentimiento de comunidad, que deriva también en la identificación del niño como ciudadano democrático. Pomar lamenta el retroceso en la concepción de la educación artística que supone la LOMCE e insiste en que el punto de partida no es crear artistas sino que "todo el mundo desarrolle habilidades artísticas, ya que es algo contribuye a la felicidad de las personas". Con todo, cree que la LOMCE "será una pérdida enorme" y "supondrá la vuelta de la idea de que la cultura es solo para quien se lo pueda pagar".