El PSOE balear -¿qué diablos será el PSIB?- necesita una Francinaina y resulta que hoy tiene que elegir entre una Francina y una Aina. Una Armengol y una Calvo. Los socialistas de las islas, tan acostumbrados a la derrota como los culés precruyffistas o los merengues durante la era Guardiola, necesitan un líder, o en este caso una lideresa. Sin embargo, en esta jornada de primarias enfrentan sus dos almas. La nacionalista y la proletaria, por simplificar. La mallorquinista y la que lo es menos, si quieren matices. Este partido está sediento de apoyos, ansioso por contar con una feligresía que se acerque a los más de 20.000 militantes de los que presume el PP en Balears, porque el PSOE solo tiene una décima parte. Sin embargo, muchos de los 2.587 afiliados y 11.985 no militantes que se han inscrito y hoy tienen la posibilidad de acercarse a las urnas no son del PSOE. Son de Francina o de Aina, de la inquera o de la llonguet, de la farmacéutica o de la pedagoga.

Los organizadores de las primarias están satisfechos con el interés despertado, aunque la participación deberá concretarse en las urnas, y en Barcelona se produjo una escasa afluencia de votantes. Sin embargo, el mayor problema del PSOE no es cuántos ciudadanos se han movilizado en busca de la victoria de Francina o de Aina, sino cuántos del bando que resulte perdedor se activarán para arrebatar el Consolat de la Mar a José Ramón Bauzá. La exalcaldesa de Palma ha creado un auténtico club de fans, sobre todo entre las mujeres, que irían con ella hasta el mismísimo infierno. Sin embargo, es bastante improbable que se molestaran en acercarse a un colegio electoral para dar su voto a la expresidenta del Consell de Mallorca. La estima es recíproca desde el otro bando.

El problema histórico de los socialistas de Balears se resume en amores y desamores. En ocasiones les quieren en las generales, pero siempre les dan la espalda en las autonómicas. Muchos ciudadanos les otorgan su estima cuando ilusionan con una política progresista, pero les repudian en cuanto traicionan sus principios en nombre de sacrosanto mercado. Aplauden su vertiente social cuando la esgrimen, pero se dividen en cuanto se barema el regionalismo. Un repaso histórico a los resultados electorales permite descubrir estos altibajos. De las nueve elecciones generales celebradas entre 1982 y 2011 -cuando PP y PSOE se convirtieron en las fuerzas hegemónicas tras la desaparición de la UCD-, los socialistas han triunfado tres veces en Balears. Concretamente en 1982 (la legislatura de los 202 escaños), 1986 (cuando González mantenía su aureola) y 2008 (con el PP insular azotado por los escándalos). De las seis elecciones europeas, solo han ganado las de 1989. Los socialistas nunca han superado al PP en los ocho comicios autonómicos celebrados desde 1983, pese a que han gobernado en dos legislaturas gracias a coaliciones que tuvieron que contar con el centroderecha que representaba UM. Los populares están por encima del 35% de los sufragios emitidos incluso en sus peores momentos. Los socialistas se han sumergido en las profundidades del 22% de respaldo popular en más de una ocasión. En las generales emerge el espíritu proletario de los socialistas, en las autonómicas, cuando el debate es más local, se diluye.

¿Pueden revertir Francina o Aina esta situación? ¿Puede la vencedora de las primarias movilizar a los casi 12.000 simpatizantes y a los poco más de 2.500 afiliados cuando suene la hora de las urnas? El PSOE necesita una lideresa que aglutine las distintas sensibilidades del partido.

Busca una mujer capaz de arrastrar a los 14.572 militantes y simpatizantes inscritos en el proceso de primarias. Sus escasas posibilidades de triunfo se sustentan en evitar que dentro de dos semanas esta masa se sumerja en la abulia habitual del partido. Los socialistas necesitan una candidata capaz de movilizar al electorado de izquierdas, tanto si el votante tiene un alma más nacionalista como si la siente más universalista o españolista. Precisan con urgencia una Francinaina y lo que tienen hoy es la posibilidad de elegir entre una Francina y una Aina.