El hotel más cercano al cielo de Palma, el histórico y emblemático Valparaíso Palace, es desde ayer propiedad del grupo chino GPRO, que ha pagado a tocateja 48 millones de euros por él. Y ya ha empezado a rentabilizarlo con un nuevo modelo de negocio. De las 170 habitaciones de cinco estrellas sobre la bahía del GPRO Valparaíso, 100 están reservadas en mayo a viajeros chinos de elevado nivel adquisitivo. Y en junio vendrán otros tantos, auguran en el grupo, en el que confirman lo que ayer quedó claro durante la refundación del hotel inaugurado hace 40 años por la familia Ramis: el auténtico desembarco de capital chino en Palma acaba de empezar.

Hasta ahora apenas aterrizaban en la isla trabajadores que abrían pequeños negocios dedicados al comercio y la hostelería. Así nació una comunidad de 4.500 chinos en torno a la efervescente zona de Pere Garau, cuyos colores, aromas y sonidos estaban presentes ayer en los jardines de un Valparaíso vestido de dragones y coronas de flores, que en China están ligadas a la suerte, y no a la muerte. Aunque solo el folclore acercaba el Valparaíso a Pere Garau y sus negocios de bazar de baratillo: el resto olía a dinero y apuesta fuerte. Porque los inversores que se han comprado el Valparaíso Palace, el grupo Jiangsu GPRO, no controlan una empresa cualquiera. Forman parte de la élite de las 500 mayores compañías chinas y ocupan uno de los primeros puestos en el ránking de empresas de la provincia de Jiangsú (75 millones de habitantes), donde son la referencia en la capital, Nankín (a 300 kilómetros de Shanghai).

Y han elegido Mallorca para abrir su primer hotel en Europa, aunque, si la cosa funciona, serán más, dice su presidente, Guo Jingdon, que recordaba ayer un proverbio chino -"siempre es un placer saludar a un amigo lejano"- para pedir a la sociedad mallorquina "confianza en la sinceridad" del proyecto. Con él, GPRO pretende demostrar que "la mezcla de la cultura china y la española puede satisfacer a clientes de Oriente y Occidente". Que de eso va la aventura mallorquina de los inversores chinos: de convertir el Valparaíso en una referencia con la que empezar a atraer a España turistas asiáticos. De momento, en mayo, vendrán los que ocuparán las habitaciones del Valparaíso, a los que se sumarán las decenas de aficionados chinos al golf que esperan en campos como el de Pula.

Aunque no lo tienen fácil los chinos para poner pie en el hotel mallorquín que suele alojar a presidentes y vicepresidentes chinos en sus viajes transoceánicos. Antes de llegar deben salvar los 9.500 kilómetros que separan la isla de los mil millones de habitantes de la República Popular China. Para acortar el trance, que exige más de doce horas de vuelo, Guo Jingdon, el dueño del Valparaíso, ya trabaja con las autoridades españolas, el Govern balear, el embajador de China en España (ayer y muy habitualmente en Palma) y el pujante sector aeronáutico chino, para conseguir en Mallorca lo que no tiene ni Barcelona: un vuelo directo entre Son Sant Joan y China.

Un vuelo directo a China

El sueño está de momento en pañales, metido en la carpeta de los grandes retos pendientes. Pocas aerolíneas, entre ellas la emergente China Eastern y la gigantesca Air China, que apunta a líder mundial del sector, operan vuelos directos entre Asia y Europa. Y algunas otras, como Air Europa, Iberia o Airberlin, trabajan en alianzas para llegar a China con escala en los aeropuertos del petrodolar de Oriente Medio. Lo mismo hace la propia Air China desde Barcelona, con escala en Viena, un modelo de ruta ahora al alcance de Palma. O en eso confía el embajador chino en España, Zhu Bangzhao, que ayer explicaba que las conexiones aéreas son uno de los problemas de resolución prioritaria si se quiere convertir Mallorca en una referencia para el público chino. "El Valparaíso es una perla capaz de atraer turistas de todo el mundo, GPRO tiene que servir para vender España y sus perspectivas de inversión entre las empresas chinas", reflexionaba Bangzhao. "Esto es un comienzo para los empresarios chinos en España y Mallorca", añadía el presidente de GPRO, que coincidía con el embajador en que los vuelos directos son clave. Sobre todo si sale adelante un proyecto chino en Mallorca que rompería los esquemas de más de un hotelero mallorquín: el Ayuntamiento de Palma tiene conocimiento del interés de una una compañía asiática por el Palacio de Congresos. Los chinos juegan fuerte.