"No me lanzo al cuello de nadie sin motivo", se defiende el sacerdote Alfredo Miralles que, el jueves por tarde y sin mediar palabra, agredió en plena calle al también sacerdote y canónigo de la Catedral Joan Darder, que acto seguido presentó la correspondiente denuncia en la Jefatura Superior de Policía de la calle Simó Ballester de Palma.

El episodio, sucedido frente al bar Terminal de las Avenidas, a la altura de El Corte Inglés, ha conmocionado a la Iglesia de Mallorca, que según pudo saber este diario ha puesto los hechos en conocimiento de la Nunciatura Apostólica en demanda de consejo para su resolución.

Al mismo tiempo, el Obispado, a través del vicario general de la diócesis, emitió un comunicado en el que se dio por enterado de los acontecimientos protagonizados por Alfred Miralles y Joan Darder en plena calle, deploró su comportamiento "impropio de cualquier cristiano y especialmente de sacerdotes que están llamados a dar testimonio de fraternidad, pidió "perdón por el mal ejemplo ofrecido" y anunció que pondrá en marcha "los procedimientos oportunos" para resolver el asunto.

"El comunicado del Obispado me parece muy acertado", señaló el sacerdote Alfredo Miralles. "Desde hace tiempo me siento perseguido y difamado por Joan Darder, acusado de mantener relaciones homosexuales, una situación que el obispo Salinas y el vicario general de la diócesis, Antoni Vera, conocen perfectamente, porque también la sufren en silencio otros compañeros sacerdotes que padecen la persecución continuada del canónigo", desvela. "En este momento -continúa Miralles-, me basta con saber que tras estos acontecimientos cuento con el apoyo y la solidaridad sincera de muchos compañeros clérigos. Y puedo decir que cuando llegue el momento daré todos los motivos de lo sucedido", afirmó.

Miralles no quiso restar gravedad a la agresión al canónigo Joan Darder y ofreció su versión de los hechos. "Estaba sentado en la terraza de una cafetería y lo vi pasar. Y cuando me dirigió una mirada con su media sonrisa irónica me harté de todas sus insidias. Antes que sacerdote soy hombre. Y estoy convencido de tener mis razones. Me acerqué a él y recuerdo que le propiné dos buenos empujones, lo agarré con fuerza de las solapas y quizá le di algún golpe. No recuerdo que se fuera con ninguna lesión, pero en todo caso la agresión no fue tan grave como se dice. Tengo testigos que así lo podrán corroborar".

Por su parte, Joan Darder, canónigo de la Catedral, expresidente del cabildo y actual responsable de la iglesia de San Alonso Rodríguez, no quiso ayer ofrecer a Diario de Mallorca su versión de los acontecimientos ni el detalle de la agresión que sufrió sin mediar ninguna provocación.

No obstante, este diario pudo saber a través de una persona interpuesta, que ayer mismo habló con él sobre el asunto, que niega categóricamente el relato de Miralles de llevar a cabo una campaña de hostigamiento contra un grupo de sacerdotes de la diócesis de Mallorca acusándolos de mantener relaciones homosexuales.

Según las fuentes consultadas, el caso va más allá de la agresión sufrida por Darder en las Avenidas. El obispo Salinas conoce los detalles y afectan, además, a las esferas privadas de otros tres conocidos sacerdotes de la diócesis de Mallorca. Según estas mismas fuentes, el Obispado ha sufrido un impacto tal por el estallido del caso que ha puesto su resolución en manos de la Nunciatura Apostólica.