Se denominan síndromes de sensibilidad central y engloban a tres patologías aún bastante desconocidas por la población en general y por los propios profesionales de la medicina: fibromialgia, síndrome de fatiga crónica y sensibilidad química múltiple.

Y se trata de tres males que pueden ser tremendamente invalidantes. Hasta tal punto que te impiden llevar una vida mínimamente normal y, mucho menos, trabajar. Pese a ello, son patologías social y sanitariamente menospreciadas. Aunque las tres comparten hasta una docena de síntomas, en la fibromialgia predomina el dolor; en la fatiga crónica, como su propio nombre indica, el cansancio físico y la falta de oxígeno en las células, mientras que la sensibilidad química múltiple se manifiesta con una sensibilidad extrema a los productos químicos similar a una alergia grave que acaba colapsando el sistema endocrino, inmunológico y nervioso.

Por todo lo expuesto, la Asociación del Síndrome de Fatiga Crónica/Encefalomielitis Miálgica de Mallorca (SIFA) organizó ayer un debate en el club de este rotativo para aclarar a los pacientes con estas enfermedades cómo actuar para sortear la incomprensión de la Administración.

Molina, letrado especializado

Para ello trajo al abogado Enric Molina, de Esfera Legal de Barcelona, bufete especializado en litigar sobre estas enfermedades desde el año 2006. "Se trata de unas patologías sin pruebas objetivas aceptadas por la Seguridad Social. Por ejemplo, la fibromialgia se puede manifestar como un dolor generalizado e invalidante en hasta 18 puntos del cuerpo, puede tener efectos neurocognitivos que impiden concentrarse con normalidad o, también, provocar desorientación espacial y cansancio crónico", enumeró el letrado.

Molina reveló que, por norma general, la Administración deniega la invalidez permanente a aquellos pacientes que sufren los efectos más severos de estas patologías, ante lo que aconsejó litigar respaldados por informes médicos de especialistas en estas enfermedades, entre los que citó a los reumatólogos y a los internistas.

Y pese a acudir a los juzgados bien surtido de informes, el abogado advirtió de que el paciente debe armarse de paciencia. "Si eres un trabajador por cuenta ajena o un autónomo, tu caso se dilucidará en los juzgados de lo Social y el proceso puede alargarse entre dos y dos años y medio. Y resulta peor si eres un funcionario, ya que entonces has de entablar un contencioso-administrativo que se puede dilatar entre tres y tres años y medio", especificó el letrado, que no obstante animó a seguir esta vía pese a que admitió que incluso los jueces son unos grandes desconocedores de estas enfermedades y que para redactar sus sentencias recaban informes de unos médicos forenses igualmente ignorantes.

"Pero hay que animarse a litigar porque la situación es muy difícil de sobrellevar, no solo para el paciente sino también para la propia empresa, que ve que no puedes desarrollar tu trabajo con normalidad", concluyó.

Por su parte, Xisca Ferrer, colaboradora de SIFA que tiene a un hijo de trece años con fatiga crónica, admitió que se trata de patologías muy mal vistas -"a muchas personas con fatiga crónica se les califica a menuda de vagas, pese a que antes de sobrevenirles la enfermedad eran muy activas y trabajadoras", sostuvo- y que generalmente suelen estar mal diagnosticadas porque se les suele confundir con una depresión cuando se manifiestan con un agotamiento inexplicable que incluso llega a provocar insomnio.

En el debate de ayer también participaron Antoni Jiménez, psicólogo de SIFA, y Catalina Ramis, hija de una paciente afectada por estas patologías ignoradas.