Bauzá viaja últimamente más que todos sus predecesores, pero dilapida menos que ninguno. Y aún así gasta con ganas: aunque ya no están los tiempos para Rasputines y habitaciones en Roma de las que frecuentaba Matas, al actual viajero del Consolat no le dio empacho pulirse en la última feria de Moscú 1.950 euros en un chofer con TIL (angloparlante) y otros 5.340 euros en tres días en un Marriot de cuatro estrellas de la capital rusa.

Bauzá viaja más ligero de equipaje que su predecesor: lleva un máximo de siete personas. Entre ellas suelen figurar su jefe de gabinete (Javier Fons) y su colaborador más joven (Martín Juaneda), a los que acompaña el responsable de Protocolo. Se unen esporádicamente la jefa de prensa y otros miembros del gabinete. Rara es la ocasión en la que van más de seis, incluidos el cámara y el fotógrafo, que también viajaban con Antich. El socialista se llevaba además a su directora general de comunicación (su sucesora no viaja casi nunca) y a la jefa de prensa, amén de otros periodistas y miembros de gabinete (la factura por viaje era el doble que hoy). Bauzá tiene hábitos austeros (para un hombre cuya farmacia cobra al día del Govern 3.000 euros): huye de salas VIP y de autoridades, vuela en clase turista, le da más al McDonalds que al restaurante lujoso y rechaza privilegios de cargo en los controles del aeropuerto.