El segundo casino de Mallorca, que ayer se adjudicó muy a disgusto de Cort, ha sido planteado como un impulso para dinamizar la economía mallorquina en temporada baja.

La idea transmitida por el Govern es que las nuevas mesas de juego, tragaperras y ruletas atraerán más turistas en temporada baja y servirán de oferta complementaria para los visitantes ya captados por el ciclismo, el senderismo o el golf.

El problema del concurso es que Palma tiene un casino en Porto Pi desde hace años, que ya cumple las funciones de teórica alternativa al sol y la playa.

Frente a las tres posibles ubicaciones del casino -centro de Palma, Playa de Palma y Bendinat- el Ayuntamiento había apostado por s´Arenal, una zona repleta de turistas.

Se ha escogido el centro de la ciudad, junto a la plaza de España, un punto donde apenas hay hoteles y alejado de los núcleos turísticos.

La inversión prevista por los promotores de la plica ganadora, Gran Teatro Casino Balear, es de diez millones de euros y la creación de 170 puestos de trabajo. Si se cumplen estos planes, el juego sí que será un buen motor económico.

Las dudas surgen sobre la futura viabilidad del casino. Tampoco está claro que puedan subsistir en una misma ciudad dos grandes centros de juego. ¿Habrá jugadores para todos?

Afortunadamente, y a diferencia del nonato Palacio de Congresos, no hay inversiones públicas en este proyecto, que el tiempo dirá si es un éxito o un fracaso empresarial.