Fernando Unzeta, es médico de Atención Primaria. Fue agredido la madrugada del pasado viernes en el centro de salud de Llucmajor por un individuo que perseguía a una mujer. Las secuelas físicas del ataque son leves pero se pregunta qué hubiera pasado si su atacante, una persona muy agresiva, hubiera acudido al ambulatorio con una navaja.

—Cuénteme qué pasó la madrugada del pasado viernes en el PAC de Llucmajor.

—Serían las cuatro de la madrugada cuando escuchamos bastante jaleo en la primera planta y bajamos a ver qué estaba pasando. Yo me encontraba con la enfermera en la consulta y acudimos ambos.

—¿Y qué se encontraron?

—Al energúmeno ese pegándole al guardia de seguridad. Al parecer, poco antes había venido una mujer joven con una niña en brazos y otra de la mano para pedirnos ayuda y detrás de ella llegó él. En ningún momento atendimos a la mujer. Vino a pedir ayuda y nos metió al toro dentro. Y cuando empezó todo el jaleo desapareció, se fue, imagino que para evitar esas escenas tan desagradables a las pequeñas.

—¿Qué pasó entonces?

—Bueno, pues escuché que los dos se hablaban y se recriminaban cosas, como si se conocieran del pueblo. Pero la pelea era muy violenta y mandé a la enfermera a llamar a la policía. Al mismo tiempo que ella salía de la habitación para hacerlo, el guardia de seguridad también se fue, como queriéndose quitar de en medio, como si él fuera el motivo que había desencadenado la agresividad de esa persona y con su marcha se tranquilizarían las cosas. El agresor, al verme intervenir, me espetó: ‘Unzeta, ¿qué haces defendiendo a este mierda? (en referencia al guardia de seguridad).

—¿Le conocía?

—Sí, es un paciente mío al que no veía desde hace un par de años porque al parecer había estado en la cárcel. Además, en su historia médica figuraba que había protagonizado otros altercados en el centro de salud. Hará unos dos años montó un enorme jaleo en la puerta del centro y se necesitaron hasta ocho guardias civiles para reducirle.

—¿Es muy corpulento?

—No, será más bajo que yo pero es muy fibroso y está muy musculado. Además es experto en artes marciales.

—¿En qué estado se encontraba?

—Muy excitado, como intoxicado y con las pupilas dilatadas, pero no olía a alcohol.

—Así que se quedó solo en la habitación con ese loco...

—Sí, porque la enfermera estaba llamando a la policía y el guardia de seguridad había salido.

—Y entonces le agredió.

—Sí. Ya digo que estaba muy violento, pegando patadas a todo el mobiliario y levantando la mesa con las dos manos. A mí me zarandeó y me dio un puñetazo en el esternón que no me hizo mucho daño, pero seguía sin deponer su violenta actitud y me tenía acorralado entre la mesa y la pared.

—¿Cómo escapó?

—Se le cayó el móvil y cuando se agachó a recogerlo aproveché para salir de allí. A la enfermera, que había regresado, le dijo: ‘Y a ti no te pego porque eres mujer’. Afortunadamente, las fuerzas de seguridad llegaron enseguida.

—¿Cómo terminó todo?

—Antes de ser detenido, agredió incluso a los agentes. Le pegó un puñetazo a un guardia civil y un cabezazo a uno de los policías locales. Luego fue un rollo porque estuvimos hasta las cinco y media de la madrugada haciendo partes de lesiones. Al agresor le suministramos un sedante y a la mañana siguiente, yo ya no estaba porque había salido de guardia, también requirieron nuestros servicios desde los calabozos porque seguía estando muy excitado.

—¿Cómo se le ha quedado el cuerpo tras esta agresión?

—Bien, yo soy una persona muy tranquila, pero estas cosas te hacen reflexionar. Durante el altercado rompió un sillón que tenemos para hacer extracciones y una de sus barras de hierro estaba por los suelos. ¿Qué hubiera pasado si me hubiera agredido con ella? ¿Y si hubiera sacado una navaja? No se cebó conmigo porque conseguí salir del centro. Si sigo allí no sé qué hubiera pasado.

—¿Ha recibido llamadas de apoyo?

—Sí, sobre todo del Simebal, de Isidro Torres y Miguel Lázaro. También me ha llamado el presidente del Colegio de Médicos (Antoni Bennàssar) y el gerente de Atención Primaria (Federico Sbert). Han sido muy amables.