El juez Castro siempre llama dos veces, a Urdangarin, a Diego Torres, y a la Infanta, que no suele responder. El magistrado ha aplicado un criterio irrebatible para sustanciar la segunda imputación de Cristina de Borbón, conocer el ´caso Noos´ mejor que sus adversarios. Entre ellos sobresale el retén de cortesanos a que había renunciado La Zarzuela desde la restauración monárquica. Fueron repentinamente activados para emitir argumentos pseudojurídicos que blindaran a la Infanta, pese a que se llevaba la mitad de los ingresos que su marido obtenía gracias a su matrimonio.

El minucioso plan del comando de cortafuegos contemplaba la liquidación social de Castro, frustrada porque la ciudadanía ha adquirido una imagen bastante nítida del dúo Borbón/Urdangarin. Tras el espectacular desfallecimiento de la Audiencia Nacional en el ´caso Bárcenas´, donde los perceptores de sobresueldos en negro declaran como testigos y que puede concluir con una condecoración a Rajoy, la vigencia de la imputación de la Infanta cumplía el papel de tornasol que acredita la decencia en la lucha contra la corrupción.

Se han derrumbado los estériles diques de la Fiscalía General del Gobierno, de la Agencia Tributaria, de la Abogacía del Estado y de varias docenas de subcontratados. Torres-Dulce se enredó en bizantinismos del tenor de "tener noticia de un crimen no significa haber participado en él". Al margen de que el enteramiento ya colocaba en pésimo lugar a la hija del Rey, al fiscal general sólo le falta ilustrar a la ciudadanía con un prodigioso "cometer un crimen no significa haberlo sufrido", dada la insistencia en presentar a la Infanta como víctima en vez de beneficiaria.

La percepción social de la evidente participación de la Infanta en el escándalo se habría conjurado con un gesto. Visto que el saqueo de las arcas públicas ejecutado por Urdangarin con su apellido político salpica a La Zarzuela, la Casa del Rey debió erigirse en responsable civil -o real- subsidiaria, y comprometerse a la restitución de lo expoliado. Prefirieron jugar al doble o nada.