­"Ha sido un hecho histórico llegar a la manifestación a bordo de un tren". Así se expresaban ayer muchos de los 350 pasajeros que utilizaron un tren que fue fletado expresamente para acudir a la movilización que pintó de verde las calles de Palma.

La iniciativa había surgido días antes de las asociaciones de padres y profesores, que de esta manera querían fomentar la participación de la gente del valle en la protesta en contra del decreto sobre el Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL). Y en cierto modo lo consiguieron, porque los organizadores agotaron los billetes en un viaje en tren que en muchos casos fue familiar y lúdico más que reivindicativo. Como una excursión.

Familias enteras, niños de todas las edades y algún que otro abuelo se subieron a los vagones que a las 17.45 horas inició su marcha hacia la capital balear. Unos pocos tuvieron el privilegio de acudir a la manifestación en el salón de primera clase sentados cómodamente en el sofá de la locomotora que encabezaba el convoy.

Maria Lluïsa se subió al tren en la estación de Bunyola y afirmó estar "muy emocionada" al haber visto llegar el tren a la estación. "Era como una auténtica marea verde", aseveró Mateu, que también se subió al tren en la misma estación y que reconoció que "a parte de ir a la manifestación, es muy divertido haber podido hacerlo en familia a bordo de un tren como este".

En los cinco vagones que seguían a la locomotora había todo tipo de gente. Unos apuraban los últimos minutos para terminar de preparar las pancantas, mientras otros aprovechaban el tiempo para hacer sonar los silbatos que llevaban colgados del cuello. El color verde de las camisetas fue el denominador común en cada vagón; un aspecto muy diferente al que suele presentar un tren que habitualmente va repleto de turistas.

Pilar Estarellas, maestra de un colegio público de Sóller, aprovechó el viaje en tren para continuar con su recogida de firmas en contra del TIL "que ya pusimos en marcha en nuestro centro el pasado mes de junio". "Es la forma más directa de que la gente pueda manifestar que está realmente en contra de su aplicación", aseveró esta maestra.

Tertulias y ambiente familiar

En otro vagón, un grupo muy diverso de sollerics hacía su tertulia para pasar el rato. Entre ellos estaba Cristina Mayol, quien recordó que "el tren es un servicio público y en esta ocasión nos ha facilitado el ir a la manifestación, cosa que es de agradecer". En clave ya más política afirmó que "quiero que mis hijos puedan hablar en inglés, pero sobretodo que lo puedan hacer en catalán". "Creo en la educación y la sanidad pública", sentenció. Unos vagones más adelante, una chica comentaba a su acompañante que "para mi la dimisión de Bauzá no es suficiente, debería convocar elecciones anticipadas ya", mientras que otro pasajero le espetó "cualquier intento de mejorar la educación no pasa por hacerlo por decreto. No es posible avanzar así".

Ajenos a las discusiones políticas de otros pasajeros, en unos asientos más adelante estaba Gabriel Suau, junto con su pareja y sus hijas de corta edad. Afirmó que "eso de ir en tren a la manifestación ha sido muy buena idea, porque lo hace más lúdico", toda vez que "ha fomentado mayor participación de la comunidad educativa de Sóller". Por lo que se refiere a su excursión en tren a Palma, comentó que "si desde abril el Govern hubiera negociado, a lo mejor hubiera evitado la manifestación".

El momento culminante del viaje en tren se dio cuando el ferrocarril circulaba por la calle de Eusebi Estada donde centenares de personas se dirigían a pie a la plaza de España. Los gritos, pitadas y saludos desde las ventanillas se hicieron visibles antes de que el tren advirtiera con su silbato la entrada en la estación. En el andén más de un centenar de personas, también de Sóller, esperaban a los que llegaban con el tren para iniciar así su marcha conjunta a la manifestación.

Ajenos a los atascos que se registraron tras finalizar la manifestación, los manifestantes del valle se acomodaron en el tren que inició su regreso a las nueve de la noche. Con los rostros cansados, niños somnolientos y con los momentos vividos en la manifestación, los 350 pasajeros regresaron a casa. Tanto en el viaje de ida como en el regreso los pasajeros cumplieron con la petición de la empresa: nada de pancartas ni pegatinas en el tren.