Lo que empezó siendo una huelga de profesores se ha convertido en un paro de padres y alumnos. Así se calibra el error estratégico de un Govern que no contó con el sentido común de las familias cuando lanzó su ataque velado al catalán con la excusa del inglés y de un fracaso escolar que en España se repite en todos los idiomas. El cálculo de Bauzá de que solo los sectores más acendrados y militantes del nacionalismo catalanista plantarían cara al decreto de trilingüismo concebido desde el nacionalismo españolista del president saltó por los aires cuando el Govern incorporó a la protesta a los miles de padres sin trinchera lingüística que están de acuerdo con la enseñanza en inglés, pero no tragan con que el president Bauzá convierta a sus hijos en cobayas. Y menos para complacer las fobias ideológicas que tan buena imagen le dan al president entre lo más rancio de la derecha madrileña, a costa de enseñar en inglés con profesores que en muchos casos lucen la pronunciación de Tarzán y la gramática de un indio apache salido de una película de vaqueros de John Ford. Es decir: fracaso garantizado. Máxime cuando se dirigen a alumnos que, según padres y profesores, no entienden lo que sea que les están diciendo en un remedo de idioma que no reconocería Shakespeare ni aunque le pusiesen subtítulos.

Todo ello en un contexto de recortes públicos que lleva la reforma a un punto de incoherencia sin retorno: Bauzá lleva tres años mutilando las partidas de formación del profesorado, pero pretende que los docentes estén de la noche al día preparados para impartir clases en inglés. Por ahí muere el sentido común, el menos común de los sentidos. Su desaparición de la negociación educativa queda plasmada en una frase tan repetida en la calle que la ha oído estos días hasta el president, que vive la polémica escondido de la sociedad a la que pretende gobernar: "Estoy a favor de que se enseñe en inglés, pero no así, sin recursos, sin profesores preparados y con niños que aún no tienen el vocabulario básico para entender asignaturas que desconocen". Con leves variaciones, esas palabras han aparecido en estas páginas en boca de uno u otro padre durante toda la semana que hoy concluye. La frase, de hecho, es similar la que usaba el PP de Eivissa para desmarcarse de la estrategia de Bauzá y pedir "progresividad en la implantación del modelo trilingüe y en la dotación de recursos".

Centros vacíos con maestros dentro

Se explica así que la huelga siga viva mientras los maestros vuelven al trabajo. Lo pueden ver en las cifras de seguimiento de la tabla que acompaña a estas líneas: pese a que el porcentaje de profesionales en huelga ha ido descendiendo conforme se acababa la capacidad de resistencia económica de unos profesores que pierden cien euros por día de paro, la parálisis de los colegios no ha hecho más que aumentar. El lunes no había profesores. El viernes no había alumnos. De eso se han encargado los padres. Y sus hijos. La situación se resume en una escena: el jueves, en Manacor, un instituto de 800 alumnos vio entrar a once estudiantes.

Estaban los profesores, pero no los chavales. Así no hace falta ni seguir engordando la caja de resistencia de los huelguista para doblarle el brazo a un Bauzá al que no respaldan ni los suyos, como quedó patente ayer en Eivissa o durante toda la semana en una huelga a la que se sumaron profesoras casadas con cargos del PP en Educación o hermanos de destacados consellers que han formado parte de este Govern ahora arrinconado.

Por no hablar de la deserción masiva de militantes de PP de los actos del partido. Lo leyeron ayer en estas páginas : el primer presidente que huye de la inauguración del curso académico en la Universidad y se esconde hasta de esa fiesta mayor del arte y la cultura que es la Nit de l´Art, fue incapaz de simular un lleno en un mitin de ses Voltes al que no asistieron ni los militantes, pese a la mediación del antiguamente todopoderoso convocador de conservadores José María Rodríguez. En ses Voltes había 250 personas (contando a los muchos policías presentes), y la mitad eran cargos políticos o familiares de cargos.

Con semejante quórum cuesta averiguar dónde está esa mayoría social que Bauzá confunde con su mayoría absoluta política, para justificar la imposición de un decreto de trilingüismo (TIL) que recibe un rechazo casi absoluto en los centros públicos. Y en la calle: mientras el president se borraba de la agenda pública y su mitin del viernes pinchaba con apenas 250 acólitos presentes de 500 citados, las protestas educativas superaban cada día los 4.000 manifestantes.

Rechazo masivo en la Part Forana Eso en Palma, donde el malestar salía a la calle. En la Part Forana la huelga enseñaba músculo en los centros. Se ve en los datos: los diez institutos con mayor seguimiento de la huelga son de fuera de Palma (el Damiá Huguet, de Campos; el Sant Marçal, de Santa Maria; el Puig de Sa Font, de Son Servera, el de Llucmajor; el Can Peu Blanc, de Sa Pobla; el de Binissalem, el de Capdepera; el de Santanyí; el Clara Hammerl, del Port de Pollença, el instituto de Portocristo; el Guillem Cifre, de Pollença, o el instituto de Son Ferrer, en Calviá). Y, del mismo modo, son de fuera de Palma todos los institutos que el viernes superaban el 75% de seguimiento, según cifras facilitadas por la fuente más fiable de esta huelga, la asociación de profesores (a diferencia del Govern, que habla de normalidad mientras los colegios están vacíos y su president se parapeta de todos, en los datos de seguimiento de los profesores solo se cuenta a quienes hacen huelga entre quienes tienen derecho a hacerla, al estar exentos de servicios mínimos).

La sorpresa así es que no sorprenda algo que en condiciones normales resultaría inimaginable: que las asociaciones de padres de centros públicos (la última en hacerlo fue ayer la de Eivissa) recomienden a las familias no llevar a los niños al colegio. Gana de ese modo virulencia la rebelión contra un TIL al que se le afea la imposición unilateral por parte de un Govern que se declara dispuesto a negociarlo todo menos el decreto lingüístico. Cuando el fuego arde, Bauzá lo apaga todo salvo las llamas.