El Govern camina solo en su decisión de modificar el modelo educativo de inmersión lingüística por otro que incluya la formación en castellano, catalán e inglés. Ni una sola organización de mundo educativo defiende las medidas que está adoptando la Conselleria de Joana Camps, porque aunque sí hay voces que apoyan la fórmula diseñada por el Ejecutivo autonómico, existe unanimidad a la hora de considerar que la forma en que se pretende implantar equivale a "la entrada de un elefante en una cacharrería".

Los adjetivos que se vierten sobre el equipo que preside José Ramón Bauzá son cualquier cosa menos amables. Especial malestar ha generado la forma en que se ha intentado defender el nuevo Tratamiento Integrado de Lenguas (TIL). En una web del departamento de Educación se aportó esta información: "Datos del fracaso escolar: Balears 39%, media de España 25,9%. Las cifras demuestran que el modelo de inmersión lingüística no funciona". En el mejor de los casos, se califica esa afirmación de "falsa". En el peor, de burda "manipulación política". Porque nadie en el mundo educativo vincula el fracaso escolar a la enseñanza en catalán. Solo una voz respalda esa consideración, y es la de la portavoz del grupo parlamentario del PP Aina Aguiló.

El presidente de la federación de padres de alumnos de Mallorca, Vicente Rodríguez, rechaza la existencia de cualquier relación entre los malos resultados de los estudiantes isleños y el modelo de inmersión lingüística, al igual que el presidente de los directores de centros de Educación Primaria, Jordi Escudero; su homólogo en Segundaria, Antoni Quintana; el asesor de Escola Catòlica, Marc González; el presidente de la asociación de cooperativas, Enric Pozo; el secretario general del STEI, Biel Caldentey; y el presidente de ANPE en las islas, Antonio Martorell.

Enric Pozo recuerda que la inmersión también se aplica en Cataluña y que allí el nivel de conocimiento del castellano entre los alumnos está entre los más altos de España. Biel Caldentey añade que la Conselleria tiene estudios que reflejan que el modelo que se ha aplicado en las islas favorece una mayor competencia entre los alumnos en el conocimiento de las lenguas. Y Marc González no duda en calificar la afirmación de la Conselleria de "manipulación como una casa" y en defender que "el modelo de inmersión ha funcionado bien".

Solo Aina Aguiló respalda esa vinculación entre el alto fracaso escolar y la inmersión lingüística, y al margen de calificar esta última de "ilegal", recuerda que Balears es la comunidad autónoma con mayor porcentaje de alumnado extranjero, que se ve obligado a cursar sus estudios en un idioma que en muchos casos comprende con dificultad, lo que potencia tanto los malos resultados como el abandono de los estudios. Pero incluso la portavoz popular no oculta que hay otros factores que influyen también en ese balance negativo.

Economía de baja cualificación

Los que descartan que la inmersión lingüística sea una de las responsables del elevado fracaso escolar balear achacan este último a otros factores. Y uno que se repite hasta la saciedad es el modelo económico del archipiélago, que ha potenciado las contrataciones de baja cualificación.

El representante de Escola Catòlica y el de directores de Primaria subrayan especialmente el hecho de que durante el boom de la construcción un joven de 17 años podía ponerse a trabajar y ganar salarios más altos que los de los que habían sido sus profesores, en una sociedad que además "vincula el éxito al dinero". Algo similar se señala para el sector turístico: la apuesta por un visitante de bajo poder adquisitivo hace que también los salarios sean bajos, lo que desincentiva la formación.

Respecto a este último punto, se advierte que la crisis económica ha favorecido un cierto correctivo: la ausencia de ofertas laborales y la necesidad de competir por un puesto de trabajo con otros muchos parados está potenciando no solo una menor salida de las aulas, sino un regreso a las mismas.

Pero no es el único elemento que se señala para explicar la mala situación balear. Así, Enric Pozo y Biel Caldentey recuerdan el fuerte aumento de alumnado que se ha dado en las islas de la mano de la inmigración, y lamentan que no haya ido acompañado de un aumento proporcional de los recursos, sino precisamente de recortes.

Y Antoni Martorell, al igual que otros representantes del sector, destacan la escasa concienciación que sigue existiendo entre la sociedad balear respecto a la trascendencia que la formación de los jóvenes tiene para el futuro.

A la lista se añaden los constantes cambios en la normativa o el que se sigan utilizando métodos educativos que se han quedando obsoletos. Quintana admite que el profesorado sigue trabajando con esquemas pensados para un alumnado seleccionado y no para una enseñanza secundaria a la que acceden todos los jóvenes.

La representante del PP opina también que el fracaso escolar balear está vinculado a otros factores que se suman al modelo de inmersión: fuerte entrada de alumnado inmigrante y un modelo educativo que en su opinión ha potenciado la socialización y la amenidad en las aulas pero no el aprendizaje.

¿Y ahora qué hacemos?

Al margen de las causas, ¿qué hay que hacer para dar un giro a la situación educativa de las islas? Aina Aguiló sale inmediatamente en defensa de las iniciativas que se están adoptando desde el PP, tanto en Balears como en el conjunto del país.

Según la portavoz popular, potenciar la enseñanza trilingüe, como pretende la Conselleria, es una de las medidas necesarias, al igual que la nueva normativa que impulsa el ministro Jose Ignacio Wert, con la que se quiere sustituir un modelo que se ha mantenido en vigor durante 25 años.

Además, defiende un impulso a la Formación Profesional, al considerar que las islas no necesitan tantos graduados en ESO sino profesionales cualificados.

Marc González esgrime que la lista de cosas a cambiar es muy larga, pero pone el acento en la reforma del modelo turístico para potenciar la demanda de personal bien formado que conlleve una mejora en la calidad del servicio que se presta al cliente.

Antoni Quintana expone un abanico de necesidades: en primer lugar un gran pacto social para potenciar la educación que no se limite a los grupos políticos del Parlament, a lo que suma una estabilidad normativa, una mayor autonomía de los centros para diseñar programas educativos relacionados con la realidad de su alumnado, una formación del profesorado que tenga en cuenta las necesidades de cada centro y de los directores para la gestión de los mismos, y una implicación más intensa de las familias en la educación de los hijos.

Este último punto es esgrimido también por Antonio Martorell, que reivindica igualmente una mayor concienciación de las Administraciones y del conjunto de la sociedad sobre la importancia de la educación.

Vicente Rodrigo reconoce la dificultad de mejorar este problema si no se produce un cambio en el modelo turístico isleño que conlleve una apuesta por unas plantillas más cualificadas, de ahí que reivindique un gran pacto social que implique a todos los sectores para impulsar esta reforma.

Biel Caldentey defiende que cualquier cambio a mejor pasa por la "voluntad política de negociar con la comunidad educativa". También destaca la necesidad de elevar los presupuestos destinados a este tema, aunque advierte que esta mayor dotación económica es "necesaria, pero no suficiente" para frenar las tasas de fracaso escolar de Balears. En cualquier caso, reclama más profesorado, especialmente para el seguimiento de los alumnos con problemas, y el desarrollo de planes de formación para los docentes.

Jordi Escudero se suma a las voces que apuestan por un gran pacto social para que se valore adecuadamente la cualificación, y habla también de un cambio de modelo turístico que suponga un impulso para la contratación de personas adecuadamente formadas.

Enric Pozo apuesta por un incremento de los medios y del personal, y reivindica una mayor estabilidad normativa, ya que "no puede ser que con cada cambio de Gobierno se pretenda modificar la legislación". Pero esgrime también la necesidad de un gran pacto social, y pone a Finlandia como ejemplo de sociedad en la que existe un fuerte aprecio por las personas que se dedican a la actividad docente.