"Estás haciendo tu trabajo y te entran diez señores, diez inspectores: como si fuera una redada. Y no vienen una vez. A algunos negocios van dos y tres veces en pocas semanas. Los inspectores hacen lo que les mandan, pero nunca hemos vivido algo igual. Exagerado. Por eso se van tantos empresarios chinos de aquí. Nos están echando de Mallorca". Toni Yoh habla claro. Y no se muerde la lengua. El más veterano de los empresarios orientales de Mallorca asegura que la presión combinada de las autoridades y la crisis es "insoportable". "Los impuestos han subido tanto que los comerciantes que quedan, chinos y mallorquines, ganan lo justo para sobrevivir. Tanta presión fiscal está matando la economía. Y luego está lo que sufren los empresarios chinos, esas inspecciones constantes y exageradas. Están siendo durísimos. Vuelven una y otra vez con revisiones laborales, sanitarias y administrativas, hasta que encuentran algo, porque a cualquiera, si le buscan le acaban encontrando alguna cosa. Ya tenemos casos que han puesto multas muy fuertes, de más de 6.000 euros. Es insoportable", relata el líder de la comunidad china en la isla, que pide al Gobierno y al Govern que "dejen trabajar a los empresarios".

Sus quejas se repiten en los negocios de la zona de Pere Garau. Y en locales de las nuevas zonas de referencia del comercio chino: las céntricas calles Sindicat y Sant Miquel, donde molesta sobre todo la reiteración inspectora. "Van y vuelven, van y vuelven. A los de al lado no entran nunca. Son de Mallorca", se queja un comerciante, que pide que no se le identifique. No quiere más líos. Para hablar claro está Toni Yoh, que tras 40 años haciendo negocios en la isla ha perdido el miedo a decir lo que piensa. "Están dejándonos sin salida. La gente se va a Sudamérica a montar negocios. Allí no hay tantos problemas con los chinos, y quienes están aquí ya dominan el español. En Colombia, Argentina, Brasil, México... nos tratan como antes en España", resume Yoh, que se considera "tan mallorquín como chino".

Miedo a invertir en España

Habla por ello de que el ataque a los chinos es "dañino para todos". "Son mil negocios, mil, y casi todos alquilan a propietarios de Mallorca. A los chinos se les están quitando las ganas de invertir aquí. Cuando alguien viene a poner dinero a un país desconocido hay que ayudarle, no asustarle". Es fácil de entender, dice: una vez que salen de su país, buscan el escenario más rentable y amable. Y últimamente España no cae tan bien en China. La operación Emperador contra una mafia asiática de blanqueo de capitales se ha leído en Oriente como un freno a la expansión china. "Ha habido repercusión. Los inversores empiezan a tener miedo a España, y eso perjudica a todos", analiza el dueño del restaurante Gran Dragón, junto al Paseo de Mallorca. Desde una de sus mesas repasa la situación económica en tono crítico y ofrece una receta: "El Gobierno debe dejar a la gente trabajar y ahorrar, que no es rico el que gana, sino el que ahorra. Y aflojar con los impuestos. Ya verás cómo invierten chinos y de todas partes. Al final el idioma es lo de menos: de nada sirve saber chino o español si no hay negocio". Puro pragmatismo con reminiscencias de Confucio.