Los jueces han dejado muy claro que no es suficiente que el cliente reciba una información genérica sobre las características y riesgos del producto que pretende adquirir. Es necesario que se facilite al inversor una información individualizada y personalizada para que conozca qué riesgos asume y qué ventajas obtiene al comprar estos productos financieros.

En el caso del pensionista que invirtió casi todos sus ahorros, a pesar de que se trataba de un licenciado que había administrado varias empresas, el banco no le facilitó la información veraz sobre los riesgos de la operación, sobre todo cuando la entidad sabía que se trataba de un cliente que buscaba productos conservadores, aunque los intereses fueran bajos. El tribunal recuerda que hay sentencias, al analizar los conocimientos que puede tener un cliente, en las que se ha reconocido el engaño de la entidad incluso a licenciados en económicas. Estos valores financieros eran tan complicados que es difícil que el inversor llegara a comprender los riesgos que asumía. Por ello, la Audiencia condena al banco.