Ninguna mujer ha ejercido tanto poder en la historia democrática de Baleares como Maria Antònia Munar, hoy encarcelada por presunta corrupción, y ningún político ha alcanzado tan altas responsabilidades con menos respaldo electoral como ella, que fue presidenta del Consell de Mallorca y del Parlament balear.

Al frente de Unió Mallorquina (UM), un partido hoy extinguido y cuyo nombre es sinónimo de corrupción, Munar (Barcelona, 1955) consiguió ser durante décadas el árbitro que decantaba las mayorías entre el PP y la izquierda en las islas.

La política de Costitx, el pueblo en el que ha vivido la mayor parte de su vida y del que fue en 1979 la alcaldesa más joven de España, supo situarse en el centro de la vida institucional de Baleares aupada por unos votos exiguos pero decisivos que le permitían elegir pareja de baile tras cada proceso electoral.

Ella imponía las condiciones, elegía quién gobernaba y negociaba para los suyos posiciones de poder en las instituciones para garantizarse un papel de relevancia muy por encima de lo que proporcionalmente le correspondía.

"Es el juego democrático", decían siempre sus socios de pacto o coalición, que solían alternarse legislatura tras legislatura entre derecha e izquierda.

"La princesa", como la tildaban en sus tiempos de gloria sus detractores, se reservaba para sí el puesto de preferencia propio del líder y su partido tejía en torno a las instituciones que regentaba redes de favores que en varios casos ya la justicia ha demostrado corruptas.

Tras iniciar su carrera como alcaldesa en UCD, en 1982 se sumó al proyecto regionalista de UM, que pronto lideró, y de 1987 a 1992 fue consejera de Educación en el Govern de coalición del PP de Gabriel Cañellas, al que en 1995 contrapesó desde el Consell de Mallorca aliándose con la izquierda a cambio de ser la presidenta.

Cuatro años después "aupó" al poder autonómico al socialista Francesc Antich con la condición de mantenerse al frente de la institución insular, competente en materias relevantes como el urbanismo, y en 2003 pactó con el PP de Jaume Matas su continuidad como líder del Consell.

La líder regionalista dio otro salto hacia arriba en su táctica de casarse con el mejor postor en 2007, cuando la justicia ya le pisaba los talones. En las elecciones de ese año el PP perdió la mayoría absoluta y Munar, con poco más de 28.000 votos, se coaligó con la izquierda para que UM formara parte de los gobiernos insular y autonómico.

Para ella se reservó el segundo cargo en dignidad protocolaria de la comunidad autónoma: la presidencia del Parlament balear, institución que fue la primera mujer en encabezar.

Desde el sillón de mando del hemiciclo, en el que pretendía iniciar su retiro dorado, presenció la desintegración paulatina a causa de los escándalos judiciales del partido que había fundado y que desde diciembre de 2007 había dejado en manos de su delfín, Miquel Nadal, hoy enemigo por delator.

Acuciada por los escándalos y en tratamiento por un cáncer, Munar dimitió en diciembre de 2010 e inició un agónico vía crucis judicial del que ya tiene sentencia en las dos primeras estaciones, Can Domenge y Maquillaje, por los que suma un total de 11,5 años de prisión que la han llevado hoy a la cárcel.

De la altiva dirigente que marcó la vida política balear durante más de dos décadas solo queda el gesto, lo demás es historia.