­Cuatro millones de euros en billetes dentro de un maletín cambiaron de manos en un bar de Palma. Miquel Llinás Valls, el intermediario enviado por Unió Mallorquina, se encargó de recoger el dinero y después de repartirlo en el partido. Era el soborno que la empresa Sacresa pagó a los políticos del Consell de Mallorca a cambio de comprar el solar de Can Domenge por la mitad de su precio real.

Según adelantó hoy Diario de Mallorca en su edición de papel, esta descripción de los hechos la ha detallado Román Sanahuja, el dueño de Sacresa, uno de los principales acusados del caso Can Domenge, que hoy ha registrado su confesión en la Audiencia de Palma. Así, ratifica como cierta la confesión que realizó hace dos semanas el exportavoz parlamentario de UM, Tomeu Vicens, que reconoce que detrás de esta operación se escondía un soborno, que benefició a la antigua cúpula de su partido. El empresario, a cambio de un favorable acuerdo con la fiscalía, ha decidido confesar que sobornó a los políticos y que el dinero se lo repartieron Maria Antònia Munar, Miquel Nadal y Tomeu Vicens. La mitad del dinero se destinó a la financiación de Unió Mallorquina.

Tras la confesión de Vicens, que ha supuesto un cambio radical en el caso, los abogados del empresario catalán movieron de inmediato sus fichas. Calcularon los perjuicios legales que iba a suponer esta confesión de Vicens, no de cara al juicio que se inicia mañana, sino ante la nueva denuncia que ha formulado la fiscalía Anticorrupción. El expolítico de UM afirmó en su confesión que Sacresa aceptó pagar estos cuatro millones de euros como requisito para adjudicarse este solar, una operación inmobiliaria que teóricamente iba a proporcionar unos beneficios millonarios, pero que al final fue un fiasco debido a la crisis económica.

La pasada semana se celebraron varias reuniones con el fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach, que se encontraba en Barcelona atendiendo otro caso. A estos encuentros acudieron los abogados del empresario catalán, que plantearon la posibilidad de alcanzar un acuerdo. El fiscal ya les anunció que entendía que para conseguir una condena era suficiente la confesión de Vicens, pero que no se cerraba a ningún acuerdo. Sin embargo, impuso que un pacto pasaba por una confesión del delito. Así, se demostraba que Vicens no se había inventado los hechos que estaba contando.

Los asesores legales del constructor catalán analizaron las condiciones que imponía el fiscal y decidieron que era más beneficioso para su cliente confesar, que negar los hechos e intentar desacreditar la versión de Vicens, objetivo que consideraron que sería prácticamente imposible. Si confesaba el pago del dinero, al margen de la crítica social que iba a provocar, los abogados se aseguraban que Sanahuja no iba a permanecer mucho tiempo en prisión. Entraría en la cárcel, pero saldría pocos días después debido a su edad (casi 80 años) y a su delicado estado de salud. Por tanto, los asesores, con la aprobación de su cliente, han suscrito este acuerdo con el fiscal y esta confesión se ha redactado en un texto que esta mañana se entregará al tribunal de la Audiencia que juzgará el caso.

En avión

Según esta confesión, el encargado de transportar el dinero fue un hijo de Román Sanahuja. Viajó dos veces a Mallorca para entregar los maletines cargados de billetes. Se desplazó en un avión privado y no en el yate de la familia, como se sospechaba en un principio. La primera entrega se realizó durante la negociación con los políticos. El siguiente pago se hizo cuando ya se había fallado el concurso y se había vendido el solar.

Ningún directivo de la constructora habló nunca con Maria Antònia Munar. Siempre se negoció con Miquel Nadal, vicepresidente en ese momento del Consell de Mallorca, que fue quien encabezó el proyecto para que la institución vendiera este solar público. Nadal fue, según Sanahuja, quien fijó el precio y exigió cuatro millones de euros a cambio de este trato de favor.

El empresario no va a entrar en detalles de como se repartió el dinero, porque su hijo se limitó a entregar los maletines al intermediario. Sin embargo, Vicens ha detallado que Munar, Nadal y él se repartieron 600.000 euros en metálico cada uno. Dos millones de euros fueron para el partido y que este dinero lo administró Munar. Los otros 200.000 euros restantes los recibió el constructor mallorquín Pedro Ferrá, para que entregara en la operación.

Sanahuja se convierte en el primer empresario que reconoce que ha pagado un soborno a un político en una causa por corrupción en Mallorca.