Baltasar Garzón fue la primera víctima del caso Gürtel. Quedó inhabilitado y apartado de su juzgado por atreverse a investigar la financiación ilegal del PP. José María Rodríguez no está dispuesto a que ruede su cabeza por el caso Over Marketing, una derivada de Gürtel que indaga sobre las ubérrimas campañas electorales de Jaume Matas. Garzón conoció el martes en Palma la imputación del exministro y del ex secretario general. Se limitó a esbozar una sonrisa y a enumerar la lista de caídos a causa de la trama Gürtel, en la que figuran algunos policías y en la que se detecta una clamorosa falta de políticos. Rodríguez ha sido imputado como cerebro de unas campañas electorales en las que fluyó el dinero negro y en las que se pagaba con contratos públicos la publicidad del partido. Sin embargo, lejos del arrepentimiento decide continuar como presidente del PP de Palma. La altivez trufada de una actitud perdonavidas es una de las características que definen a la mayoría de nuestros políticos.

Rodríguez declaró ayer que está "convencido" de que no ha hecho "nada" contra la ley. Faltaría más. Nuestros políticos entienden que el dinero de todos está ahí para ser tomado a conveniencia del partido o del individuo en el poder. Nunca serán capaces de entender que meter la mano en la caja común es robar.

La lectura de la deposición del Daniel Horacio Mercado Lozano, dueño de Over Marketing, ante el juez y los fiscales de Balears es una disección quirúrgica de cómo se financian los partidos en España. Todos, aunque unos más que otros. La campaña que devolvió a Matas al Consolat de la Mar fue un prodigio de originalidad y abundancia de medios. Mercado explicó a jueces y fiscales cómo hizo el PP para nadar en la abundancia cuando los baleares aún no se habían recuperado de la crisis turística generada por los atentados contra las Torres Gemelas.

El PP, un partido que tenía la responsabilidad de la Hacienda Pública española, manejaba dinero negro. Mercado dixit. Mientras Cristóbal Montoro bramaba contra los defraudadores, sus correligionarios pagaban con billetes de origen turbio. ¿Empresas que ocultaban al fisco una parte de sus ingresos, tráfico de drogas, prostitución? ¿Por qué preocuparse del origen de los billetes cuando el gran objetivo era echar del Consolat de la Mar a los rojos? ¿Por qué no utilizar todos los medios lícitos e ilícitos para hacerse con el botín y repartirlo durante la legislatura con más casos de corrupción que ha conocido Balears?

Como el dinero negro no era suficiente se decidió asaltar las arcas públicas para completar el dispendio de la campaña electoral. Pone los pelos de punta la forma con la que se adjudicaban contratos de dudosa eficacia valorados en 400.000 o 600.000 euros con la finalidad de cubrir la deuda del PP. Mercado lo dice y los investigadores cuentan con numerosas pruebas que corroboran la declaración.

Puestos a ahorrar, los gobiernos podrían suprimir instituciones como el Tribunal de Cuentas o la Sindicatura de Comptes. ¿Para qué sirven estas dos instituciones si son incapaces de ver lo evidente? En 2003 bastaba dar un paseo por las calles de Palma para darse cuenta de que el PP derrochaba cinco veces más que cualquier otro partido. Sin embargo, los responsables de analizar las cuentas de los partidos dieron por válido un gasto total de 20.000 euros. ¿Ninguno de estos empleados públicos sale de su oficina?, ¿para que sirven si se limitan a tragarse las cuentas que entregan los partidos?

El martes, mientras hablaba con Garzón, llegué a la conclusión de que el exjuez considera que la regeneración de la política no es posible. Que la fiera saca los colmillos para atacar a quien cuestiona su poder en cuanto le rascan ligeramente la cola. Lo decepcionante no es que el exjuez haya dejado de creer en la honestidad de los políticos, sino que esta falta de fe se ha extendido entre los ciudadanos. La mayoría cree que es posible que Rodríguez sobreviva a la corrupción. Este es el cáncer de nuestra democracia.