Es la gran superviviente de la era Matas. Logró traspasar lo que el portavoz del PP balear, Miquel Ramis, calificó como el "cordón sanitario" contra la corrupción impuesto por Bauzá para que las listas electorales del partido pudieran presentar ciertas credenciales de limpieza, la suficiente al menos como para darles el beneficio de la duda. Mabel Cabrer es la única consellera de Matas que ha logrado un puesto de responsabilidad con Bauzá, el de portavoz parlamentaria, algo que puede estar a punto de cambiar si es imputada por la trama Gürtel en Mallorca, organizada para la supuesta financiación ilegal del PP. Ella ya ha dicho que en ese caso no se limitará a poner su cargo a disposición del partido, como establece el código ético impulsado por Bauzá, sino que no esperará para dimitir.

Una pregunta surge de inmediato ante la figura política de Cabrer y su capacidad para mantenerse en primera fila de la política sin verse arrastrada, al menos hasta ahora, por la persecución de la Justicia a la corrupción que caracterizó al Ejecutivo de Jaume Matas. ¿Qué apoyos tenía o qué aliados encontró para que Bauzá no la apartara? Los tenía y los encontró. Y como suele ocurrir con la letra pequeña de la historia del PP balear, lo hizo siguiendo un juego de convenientes amistades políticas y algunas traiciones. Todo ello con el buen aval de ganarse la fama de fidelidad a prueba de fisuras hacia el jefe de filas: Matas en su momento, Bauzá ahora.

"Tiene un buen cartel en el partido", afirma de ella un destacado cargo del PP. El buen cartel es el resumen de quien bandeó en la pasada legislatura las críticas por la gestión de Matas y salió indemne del escrutinio al que se la sometió. También la que hereda un apellido pata negra en el PP: su padre, Bartomeu Cabrer, fue conseller de Sanidad con Gabriel Cañellas, lo que le garantiza una siempre bienvenida opinión favorable del expresident.

Pero nada de eso es suficiente para explicar su continuidad. Cabrer quería seguir y no lo ocultaba. Cuando a principios de la pasada legislatura, tras la debacle electoral de los populares, Matas se fue de la isla y dejó el partido en manos de Rosa Estarás, la actual portavoz popular no dudó en colocarse al lado de la nueva líder, aunque sabedora de que quizá no mantuviera esta condición mucho tiempo. "Decepción", fue la palabra que algunos escucharon a Estarás cuando ésta, sin esperarlo, encontró a Cabrer en un acto de quien le disputaba la presidencia del PP: Carlos Delgado. Cabrer había encontrado un aliado poderoso con quien mantuvo las buenas relaciones incluso cuando el actual conseller de Turismo se enfrentó también a Bauzá por el liderazgo del PP en 2010.

Quien sí dio entonces su apoyo a Bauzá frente a Delgado fue Antoni Pastor, tras la promesa del actual president del Govern de que contaría con él para un cargo de responsabilidad si el PP ganaba las elecciones que, en el peor de los casos, sería el de continuar como portavoz parlamentario. Cabrer se había convertido en un sólido punto de apoyo en el grupo popular para Pastor y fue éste quien pidió a Bauzá que la mantuviera en las listas para el Parlament. Los motivos, de nuevo, la fidelidad y la experiencia, tanto si el PP se alzaba con el triunfo electoral como si no, en medio de una candidatura repleta de caras nuevas e inexpertas. Para entonces, tras imponerse en las primarias por la presidencia del PP, Bauzá ya había integrado a Delgado, también favorable a Cabrer.

Después llegó la sorpresa. No hubo cargo de responsabilidad en el Govern para Pastor, pero tampoco continuidad al frente del grupo parlamentario. El líder del PP optó para el puesto por Cabrer, quien no dudó en aceptar. Si Estarás en su momento había utilizado la palabra "decepción", a Pastor se le escuchó directamente pronunciar la de "traición". Era el inicio del desmarque del alcalde de Manacor con la nueva dirección popular. Un año después, con el frontal enfrentamiento por la política lingüística de Bauzá, Pastor fue expulsado del PP.

Claro que si los hay que se han sentido traicionados por Cabrer, también a ella le ha ocurrido lo mismo. Matas fue una de sus grandes decepciones al dejar al PP balear sólo ante el derrumbe tras la perdida electoral de 2007. La exconsellera de Obras Públicas había sido una de las personas de la máxima confianza del expresident, impulsora de grandes y discutidas infraestructuras como el metro de Palma y las autopistas. Cuando el nombre de Cabrer apareció en las investigaciones sobre la financiación ilegal del PP a través de Over Marketing, la reacción de la portavoz popular reflejaba la opinión que tenía de su exjefe: "Que dé la cara", exigió Cabrer en público a Matas el 29 de octubre.

En esas mismas declaraciones, Cabrer afirmaba por primera vez que dimitiría si se le imputaba. No obstante, aún estaba a tiempo de matizar sus palabras. Según distintas fuentes, habló directamente con Bauzá para lograr un respaldo firme del president. Lo máximo que consiguió fue un comunicado del PP en el que, tras apelar a la presunción de inocencia, se recordaba que el código ético del PP establece que si un cargo es imputado, debe poner su puesto a disposición del partido. La portavoz popular esperaba un apoyo más contundente. A partir de ese momento, a su afirmación de que dimitiría de inmediato si era imputada, Cabrer añadió un significativo argumento a su decisión: "Hay razones personales". Un matiz que, según las mismas fuentes, refleja su decepción con Bauzá.