­"La Iglesia sigue estando muy lejos de los hombres y mujeres del mundo actual. Vuelven a reprobar al mundo y son profetas de calamidades". Con estas palabras iniciaba su conferencia sobre el 50 aniversario del Concilio Vaticano II el doctor en teología y profesor de la Universidad de Deusto, José Arregui. Alabó el inicio aperturista que representó el sínodo del que mañana, 11 de octubre, se cumplen cinco décadas. En cambio, se mostró del todo decepcionado por la "involución" del catolicismo promulgada por "una minoría conservadora de la curia vaticana" entre los que destacó el papa actual, Benedicto XVI.

Arregui realizó un exhaustivo repaso a lo que significó para el catolicismo el Concilio Vaticano II. Abogó por la apertura a la modernidad que insinuó el sínodo iniciado en 1962 y concluido en 1965. Terminó su conferencia con las claves a las que la Iglesia debe hacer frente para alinearse con el mundo actual: "Debe reconocer la igualdad de la mujer, revisar por entero sus doctrinas sobre la sexualidad, el divorcio, la procreación, el aborto... En definitiva, es imprescindible que la Iglesia renueve y modernice sus paradigmas, sus dogmas y sus creencias".

Estas palabras impactaron al numeroso público que llenaba por completo el Club Diario de Mallorca. El padre Arregui recordó que la Iglesia "no advirtió los cambios hacia la modernidad que estaba protagonizando el mundo, como por ejemplo la revolución estudiantil de mayo del 68, y sigue en la misma línea de continuidad aferrada en el paradigma de la antigüedad". Apostó por un "giro copernicano y una Iglesia para el mundo, no un mundo para la Iglesia".

El teólogo vasco enarboló los principales aspectos aperturistas que emanaron del Concilio Vaticano II. Es el caso de la inclusión de los laicos, la utilización de las lenguas vernáculas en la liturgia y el reconocimiento del resto de religiones. "De las mujeres no dijeron nada y seguimos así, sin que la Iglesia reconozca la igualdad de la mujer", aseveró. Criticó que la "minoría conservadora" con poder en el Vaticano iniciara una contrarreforma del Concilio con el objetivo de minar todas las vías aperturistas. "El postconcilio -añadió- se resumió en dos tendencias: la aperturista impulsada por el teólogo Karl Rahner y la conservadora representada por Josepf Ratzinger, la cabeza pensante del papado de Juan Pablo II y su sucesor como Benedicto XVI". Relató cómo Ratzinger calificó el Concilio Vaticano II como "un gran parlamento donde se ponía en duda a la Iglesia". En cambio, Rahner lo veía como "un nuevo comienzo de la ruptura hacia la modernidad". Según Arregui, la modernización de la Iglesia para acercarse al mundo era el claro objetivo del papa Juan XXII cuando puso en marcha el sínodo.

Para concluir explicó cómo el nuevo catecismo dirigido en 1997 por el actual papa recoge "de manera sesgada y con trampa" varios artículos de la Gaudium et spes, nombre de la única constitución pastoral surgida del Concilio Vaticano II, y suprime todas las frases que abogan por la modernidad y la apertura del catolicismo. En cambio, incluye los aspectos que refuerzan los "paradigmas de la antigüedad".

A preguntas del público, Arregui aseveró que el poder en el Vaticano "ya no está en mano del papa, lo tiene la curia de cardenales conservadores".