La Audiencia de Palma ha condenado al propietario de un taller de enmarcación, que cometió un grave error al colocar un nuevo marco en una obra original del conocido artista norteamericano Andy Warhol, que era propiedad de una mujer residente en Eivissa. El tribunal condena al empresario a que indemnice a la dueña de la obra con la cantidad de 30.000 euros, por los daños ocasionados en la litografía, que tras pasar por el taller de enmarcado ha perdido casi todo su valor.

Esta mujer recibió en herencia un grabado de la obra denominada "retrato de Mao Tse Tung", que realizó Warhol. En el reverso del cuadro figuraba la firma personal del conocido artista, así como el número de serie que demostraba su autenticidad y que, en definitiva, elevaba el precio de esta obra. Este cuadro se había adquirido años antes en una galería de arte. El comprador había fallecido en el año 2000 y al repartirse la herencia la obra le correspondió a una de sus hijas. Seis años después de la muerte de su padre, la heredera decidió llevar el grabado al taller de enmarcación. Quería que se realizara un nuevo enmarcado a la valiosa pieza y, según declara probado la sentencia, al entregarle el cuadro le advirtió al técnico que se trataba de una obra original. Sin embargo, esta advertencia no fue tenida en cuenta ya que en el taller se procedió a pegar la litografía a un soporte duro, de tal forma que se eliminó la posibilidad de apreciar en el reverso del cuadro la firma auténtica de Warhol, ni tampoco el número de serie de la obra. Pero es más, el cuadro fue entregado con arrugas y pliegues en la parte superior izquierda.

La dueña de esta obra solicitó una indemnización de 30.000 euros, que era el valor aproximado que fijó un experto de la conocida firma Christie´s. Y para demostrar que se trataba de una obra auténtica, tuvo que presentar un estudio de un técnico de esta conocida casa de subasta de obras de arte, que confirmó que era una litografía original del arista del Pop Art.

El propietario de la empresa de enmarcado puso en tela de juicio la autenticidad de la obra y, en cualquier caso, señaló que no se le informó sobre el autor del cuadro. De hecho, el demandado sostuvo que en todo momento informó a su clienta la técnica que iba a utilizar para el alisado de todos los elementos del cuadro, haciendo especial hincapié en que la lámina se encontraba en muy mal estado de conversación, debido a que había estado expuesto en una zona de mucha humedad. Explicó que esta técnica consistía en la adhesión del cuadro a una base rígida con cámara antihumedad, y que la dueña de la obra y su acompañante se mostraron conformes con el tratamiento que le iban a aplicar al grabado. También sostuvo que no se le comunicó la existencia de la firma ni el número de serie en la parte trasera, ni tampoco que la obra tenía tanto valor económico y sentimental. Puso en duda que se tratara de una obra auténtica de Warhol, sino que sostuvo que era una simple copia.

No ha sido sencillo para la dueña de la obra demostrar que era un grabado auténtico del artista norteamericano. Tuvo que aportar el testimonio de su hermano, para demostrar que se trataba de una obra que heredó de su padre. Pero además presentó el informe de un experto en el Pop Art, que acreditó la autenticidad de la obra. En el juicio declaró un experto, que también había examinado la obra y llegó a la conclusión de que era auténtica. El experto apreció la calidad del grabado, pero sobre destacó un detalle que el juez tuvo muy en cuenta para confirmar que era una obra auténtica: las medidas del grabado corresponden con las láminas que solía utilizar Andy Warhol, ya que las copias o reproducciones se suelen realizar en un tamaño más reducido. Además, este experto, que trabaja para la firma Christie´s, también confirmó que el padre de la dueña de la obra era un cliente habitual de la casa de subastas y solía adquirir muchos cuadros.

También se analizó el valor de la obra y este experto señaló que el precio en subasta de un grabado de Mao realizado por Warhol oscila entre los 30.000 a 50.000 euros. Sin embargo, al no poder comprobar la firma en el reverso, ni el número de serie, y encontrarse el cuadro arrugado, su valor no supera los 12.000 euros.