Se veía la impaciencia en las caras, la espera del ascensor era demasiada y los seis pisos a subir a pie no eran obstáculo para reunirse lo antes posible con ellos. Un año más el aeropuerto de Palma se convirtió en el escenario de un reencuentro emotivo. La asociación Per Ells volvía a reunir a familias de acogida con 44 niños llegados de Bielorrusia y Ucrania afectados por las consecuencias todavía latentes en sus ciudades del desastre de Chernóbil.

Olga, Vadzinm, Olena, Roman, Nastia o Vika son algunos de los 44 niños que ayer se reunían con las que para muchos ya son sus familias.

Sobre las ocho de la tarde llegaba el primer grupo de niños, procedentes de Bielorrusia, y las emociones estaban a flor de piel. Las lágrimas y los abrazos no esperaron casi a que los pequeños depositaran sus maletas y en cada uno de los reencuentros entre niños y familias de acogida se producía una escena llena de sentimientos.

Minutos antes se había avisado a las familias de los niños del grupo de Ucrania que éstos llegarían con retraso, concretamente serían cuatro horas las que se alargaría el tiempo de espera para que se produjera el reencuentro. Pero, evidentemente, valío la pena.

La iniciativa promovida por la asociación Per Ells lleva ya siete años en marcha. La mayoría de los niños han crecido con sus familias de acogida a las que ya sienten como suyas. "Mamá Antonia", llama una de las niñas a su madre de acogida.

Por ello, por la satisfacción que sienten las familias, la mayoría decide repetir. Las familias de acogida se emocionan cuando relatan sus primeros contactos, la adaptación y su relación desde entonces. "Nosotros les damos a ellos y ellos nos dan a nosotros" describe uno de los padres de acogida. Todos coinciden en la buena y rápida adaptación de los niños, los cuales a estas alturas ya entienden y hablan perfectamente catalán.

Algunos, como Magdalena, son novatos en esto, es su primer año. Como el resto, Magdalena decidió participar en este proyecto después de conocer la experiencia de otra familia. "Lo hago porque la satisfacción me sirve como regalo" describe.

La felicidad de los niños también es evidente. Cuando se les pregunta, casi todos coinciden en que lo que más les gusta de Mallorca es la playa o la piscina, aunque otras familias cuentan como a algunos de ellos lo que más les gusta es ir a trabajar al campo y a otros incluso disfrazarse de dimoni en las fiestas de sa Pobla.

Otro de los entretenimientos de estos niños en su estancia en Mallorca son las actividades lúdicas conjuntas que organiza la asociación Per Ells tales como excursiones o jornadas en parques acuáticos.

La precursora de todo ello es Esperança Seguí, quien después de trabajar en temas de acogida decidió iniciarse en esta aventura. Su balance es totalmente positivo, las familias han ido en aumento desde que empezó y casi todas han querido repetir.

Los niños proceden de orfanatos o familias desestructuradas de zonas contaminadas y entre los objetivos de su estancia está la mejora de su salud gracias a una mejor alimentación.