Los Burguera tenían vínculos de amistad con Joan March. Lo demuestra el hecho de que fueron invitados a las bodas de los dos hijos del financiero. Precisamente, Antoni Burguera fue asesinado por los maquis varios días después de regresar de la boda del hijo pequeño de March, Bartolomé, en Madrid.

Honorat Bauçà y Margalida Juan han podido constatar que, durante las celebraciones de la boda, Antoni Burguera comentó a varias personas que se sentía muy contento porque el proceso de parcelación de las 24.000 hectáreas que March tenía en El Tesorillo estaba a punto de culminar.

A su regreso a los cortijos andaluces salió a caballo junto a su cuñado Miguel Veny, que había acudido desde Mallorca para ayudarles en la gestión de las fincas. Confiados en que nadie sabía que ya estaban de vuelta de los cortejos nupciales, decidieron no llevar escolta. Un comando de maquis les tendió una emboscada y los acribilló a balazos en uno de los caminos de El Tesorillo.

Joan March encargó a sus colaboradores el traslado de los cadáveres a Mallorca. En Campos y ses Salines la llegada de los féretros levantó gran expectación e incluso se tomaron fotografías cuando los ataudes fueron descargados del barco de la Trasmediterránea, propiedad de March. Juan y Bauçà han podido verificar que no se realizó ningún tipo de investigación del suceso y las autoridades de la zona escondieron el asesinato de los dos payeses mallorquines.

Durante la Guerra Civil, los isleños de El Tesorillo se escondieron para evitar caer en manos de las fuerzas republicanas que los consideraban como los terratenientes que esclavizaban a los jornaleros. Miquel Perelló de Campos, preocupado por sus herramientas, decidió seguir en el cortijo. A los pocos días fue apresado y nunca más se han tenido noticias de él. Ni la mediación del propio March, con influencias en los dos bandos del conflicto, pudo hacer nada para conseguir la liberación de Perelló. En los años 50 la mayoría de mallorquines de El Tesorillo regresó a la isla.