Juan March Ordinas cosechó escasas amistades en su pueblo natal, Santa Margalida, al que no regresó nunca más a partir de 1916 ni siquiera para el entierro de su padre. Aunque nunca se le imputó por el caso, en la memoria popular todavía se le vincula con el asesinato de Rafel Garau, vecino de la villa y exsocio de March en el contrabando de tabaco en Argelia.

Con todo, el magnate sí mantuvo una estrecha relación con otro margalidà insigne y mallorquín universal, el filólogo orientalista Joan Mascaró i Forners, profesor en Cambrigde e intelectual de prestigio del siglo XX. Claro que no hizo ni mucho menos la fortuna de March, por lo que su labor ha pasado más desapercibida. March y Mascaró se tenían un gran respeto y se correspondieron con favores mutuos. En los últimos años de vida del financiero, Mascaró jugó un papel clave para convencerle de la necesidad de crear una fundación que ejerciera el mecenazgo de artistas, escritores y científicos, y promoviera la cultura en España. Fue así como el 4 de noviembre de 1995 quedó formalmente constituida la Fundación Juan March, con un capital inicial de un millón de dólares, según Pere Ferrer, autor de varias biografías sobre el banquero mallorquín.

Con sede en Madrid, "es una institución familiar, patrimonial y operativa, que desarrolla sus actividades en el campo de la cultura humanística y científica", se autodefine en su web. La Fundación organiza exposiciones de arte, conciertos o ciclos de conferencias, y desde su creación ha becado a infinidad de jóvenes para llevar a cabo su formación en distintos ámbitos, desde la economía a la sociología, la ciencia, el arte o la literatura.

Una de sus últimas iniciativas ha sido la puesta en marcha de Clamor, un portal digital de música que incorporará toda la actividad concertística de música española desarrollada en la Fundación desde 1975. La entidad es además la titular del Museu Juan March de arte español contemporáneo de Palma, sito en la céntrica calle Sant Miquel y que cuenta con una elogiada colección del siglo XX que incluye una obra fundamental de cada uno de los principales artistas del periodo en cuestión.

En 1959, el multimillonario Juan March Ordinas dobló el capital de la Fundación, y días antes de morir –el 10 de marzo de 1962, a los 81 años, estando considerado la séptima fortuna mundial y la primera de España– legó ante notario y sus dos hijos, Juan y Bartolomé, mil millones de pesetas para la entidad.

March ya había cultivado su faceta más filantrópica años antes, con la donación de la llamada Casa del Pueblo, en Palma, a las Sociedades Obreras. Aun así, los historiadores cuestionan que el acto fuera ´altruista´ y lo atribuyen al intento del financiero de calmar la animadversión que su figura empezaba a provocar entre la izquierda, máxime cuando una multitud popular estuvo a punto de asaltar su residencia palaciega en Palma en 1919, durante la crisis alimenticia por los estragos de la reciente Primera Guerra Mundial.

En 1955 se inauguró el hospital-sanatorio de Caubet, en Bunyola, una donación que en realidad March había hecho a distintos regímenes y cuya actividad aún continúa en la actualidad.

En Mallorca, el financiero es sobre todo conocido por haber fundado la Banca March, que inició en su casa de Santa Margalida en 1905, inauguró formalmente en 1926, e inició su expansión a la península en 1958. Banca March cerró 2011 con un beneficio neto de 72,4 millones de euros y sigue presentando el ratio de mayor solvencia de la banca europea (un 26,7%). Sobre el imperio legado a sus herederos, hoy se alza el Grupo March, uno de los principales holdings privados empresariales y financieros españoles, copresidido por los hermanos Juan y Carlos March –dos de los nietos del magnate–, cuyas inversiones significativas se realizan a través de Corporación Financiera Alba, S.A.