Urdangarin comparecía para demostrar su "inocencia y honor". No lo ha logrado. No al menos a los ojos del juez Castro, que dejó ayer claro que los problemas de Urdangarin con la Justicia no acaban aquí. Más de 22 horas de interrogatorio en dos días, en los que el duque respondió a más de quinientas preguntas, no le han bastado al juez. José Castro, sencillamente, no se cree la versión del yerno del Rey. Ni le valen los "no lo sé" del Urdangarin que declaró el primer día, ni le sirven los "no lo recuerdo" con los que el imputado depuró ayer su versión de los hechos, que es en realidad tan simple como parecida a la que desde hace tres años usa Jaume Matas para defenderse de acusaciones similares: él era el presidente de la asociación sin ánimo de lucro que está en el ojo del huracán, cierto, y también era el socio y beneficiario de las principales empresas del entramado societario acusado de "vaciar de fondos públicos el Instituto Nóos", pero su papel era meramente institucional.

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