Daniel Raventós (Barcelona, 1958) es doctor en economía, profesor titular de la Universidad de Barcelona y uno de los promotores de la renta básica, cantidad que sería abonada por el Estado a cada ciudadano. El próximo martes presenta en la librería Quars de Palma su libro ´La renta básica en la era de las grandes desigualdades´.

–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Contra Franco trabajábamos mejor?"

–Ni hablar. Sin libertad no puede haber mejores condiciones laborales, aunque se vienen deteriorando en todo el mundo durante los últimos cuarenta años.

–Hasta las manifestaciones del pasado domingo, creíamos que los sindicatos habían desaparecido.

–Han estado demasiado prudentes en todas las actuaciones que se han sucedido desde mayo de 2010. Habrán de ser más activos contra una reforma laboral que la propia patronal declaró que le encantaba, hasta el punto de que rebajaron su entusiasmo inicial. El empresariado no se mostró contento con ninguna de las 56 anteriores.

–En cambio, los Indignados se han extinguido.

–Se equivocó quien pensara que se mantendrían activos constantemente. Los Indignados son heterogéneos y cuesta mucho ponerlos en marcha, pero despertaron simpatía entre la población y se están preparando para reactivarse.

–¿La renta básica significa vivir sin trabajar?

–Al contrario, es una medida que favorecerá la incorporación al mercado laboral. Se financia con una reforma del impuesto sobre la renta y, a diferencia de todos los subsidios –que son condicionados–, la renta básica es compatible con otros ingresos.

–Al paso que vamos, tendremos que conformarnos con la renta básica.

–No creo. Aunque pensamos que sería beneficiosa en épocas de bonanza, sus virtudes se hacen más evidentes en tiempos de recesión, porque lucha contra la pobreza y la inseguridad.

–¿De cuánta renta estamos hablando?

–Un buen criterio es el umbral de la pobreza, un dato objetivo que equivale a la mitad de la renta per cápita de cada región. En el reino de España estaría alrededor de los 500 euros por mes y adulto.

–Sólo el trabajo nos hace libres.

–Ni pensarlo. La mayoría de asalariados trabajan como medio para hacer otra cosa. Esta concepción instrumental del empleo es negativa, y la renta básica permitiría que las personas se dedicaran a otras cosas con una libertad que hoy no tienen. Por ejemplo, al trabajo voluntario.

–¿Los funcionarios son la nueva clase privilegiada?

–Es una de las terribles demagogias atizadas por el Gobierno y los sectores próximos a la reforma laboral, y han ganado la batalla. Se intenta nivelar por bajo, a imagen de los chistes de Forges sobre los funcionarios de ministerios de Madrid con poco trabajo. Se olvidan así las aportaciones en sanidad y educación.

–¿Los ricos podrán seguir siendo ricos en un mundo de pobres?

–Nunca piensan que tengan bastante. Los ricos son hoy más ricos que hace treinta años, mientras el resto de la población se empobrece. En Estados Unidos se gravaban sus ingresos al noventa por ciento, hoy se metería en el manicomio a quien lo propusiera. Por eso, la única partida que no ha recortado la Generalitat es la de policía, porque aumentará la delincuencia y se abarrotarán las prisiones. La polarización se une a la crisis, pero la situación no tiene por qué estallar.

–Usted es economista, por lo que lo reduce todo a la economía. Y así sucesivamente.

–La vida es afortunadamente más rica que la economía, y defiendo al contrario que mi disciplina viene precedida por la política. Galbraith sostiene que sólo un ignorante, o más frecuentemente un impostor, la colocaría al margen de lo político. No hay una sola medida neutra de política económica, siempre hay que decidir previamente a quién beneficia.

–Según las tablas del impuesto sobre la renta, en España no hay ricos.

–Efectivamente, los empresarios declaran ingresos de mil euros mensuales de media, mucho menos que sus trabajadores. En esas tablas se observa el gran fraude fiscal que hay en el reino de España.

–Y el internacionalista se hace nacionalista catalán.

–Dicho así sería incorrectísimo, una cosa es proclamarse internacionalista y otra no ver que hay naciones oprimidas por Estados. No comparto los intereses que representa Mas, que sólo defiende una parte de mi nación.

–¿Una república es más eficiente económicamente que una monarquía?

–La diferencia obedece a otros criterios. Es una distinción casi de higiene pública, entre la elección por sufragio universal en la república y una monarquía que se decide por una cuestión de espermatozoides, que reportan los privilegios consiguientes.

–¿Puede predecir hasta el año 2022?

–A esa distancia se cumple la frase de Keynes, "a largo plazo estaremos todos muertos". Ahora bien, de acuerdo con las previsiones oficiales, hasta 2015 es casi imposible mejorar.