El dinero corrompe. Y su pista encarcela. Lo teme Matas, que ya se ha sentado una vez en el banquillo y pronto podría ser condenado. Y lo saben los fiscales, que han hecho de las facturas y las transacciones bancarias su mejor arma contra la corrupción. También son conscientes de lo delatora que puede llegar a ser la indiscreción del dinero algunos de los subordinados del expresident de Balears y el Palma Arena: para ellos la prueba es la celda en la que desde hace meses penan sus vergüenzas. El vil metal y sus cifras en euros con muchos ceros condujeron a ellos, a sus latas de Cola Cao y sus patrimonios rumbosos de crecimiento fulgurante. Y en el caso que estos días atrae todas las miradas, también el dinero es la llave que cierra las rejas. La misma que en su día abrió puertas tras las que se celebraron reuniones secretas en la cumbre del poder. Allí se coció la causa que el fin de semana pasado inició su esprint hacia el día 25, el próximo sábado, el que verá a Urdangarin ante el juez.

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