Francina Armengol
Una mujer de partido aupada como heredera política de Joan March
Casi siguiendo milimétricamente un camino trazado desde hace años, Armengol opta a la secretaría general del PSIB como el último salto de una carrera política en la que, paso a paso, ha escalado puestos bajo la protección del oficialismo heredero de Joan March
Virginia Eza
"La tierra para el que la trabaja". Con esta frase, pronunciada categóricamente, se expresaba el miércoles uno de los firmes apoyos de Francina Armengol en la presentación de su candidatura como aspirante a la secretaría general del PSIB. Se refería a una posible alternativa con el rostro de Aina Calvo y, evidentemente, adjudicaba el trabajo de la tierra (del partido) a Armengol. Una mujer de partido. Disciplinada. Sin fisuras en la fidelidad a las siglas que le han permitido escalar puestos de poder político, entendiendo por tales siglas las del PSIB. Heredera de la antigua corriente Socialismo y Autonomía y de su impulsor Joan March, su presentación como candidata fue la fotografía de lo que ha sido el aparato socialista balear que se ha impuesto en todos los congresos del partido. El propio March, Andreu Crespí, Francesc Triay y Francesc Antich apadrinaban desde la primera fila a la alumna aventajada a la que, desde muy joven, se le preparó en el propio partido para convertirla en uno de sus cuadros, con cursillos en Madrid incluidos.
Se define como una "apasionada por la política" y "socialista convencida", además de feminista y "utópica". Adora Mallorca, su paisaje y su gastronomía. De carácter enérgico, impulsiva a veces, amable en el trato y de expresión alegre (sus carcajadas incontrolables le han costado algún disgusto), entre quienes le apoyan se mezclan los argumentos políticos con el afecto personal. Incluso sus contrarios, en general, matizan que no se oponen tanto a ella como a su entorno y lo que representa, es decir, el aparato que ha controlado el partido en los últimos años. Y en lo que todos coinciden es en que sus ambiciones políticas se circunscriben a Balears, sin pretensiones de saltar a Madrid a pesar de su firme apoyo a Rubalcaba.
Armengol mamó la política desde la cuna. Nacida en Inca, en agosto de 1971, su padre fue alcalde de la localidad entre 1991 y 1995 aunque, antes de seguir sus pasos en la política activa, la actual aspirante al liderazgo del partido optó por tomar el testigo en el ámbito profesional. Licenciada en Farmacia por la universidad de Barcelona en 1995, entró a trabajar en la farmacia de su padre en la calle Mayor de Inca. Casi de inmediato, comenzó su ascendente trayectoria política y en 1997 se convertía en vicesecretaria general de la Federación Socialista de Mallorca. Tres años después, ya era la secretaria general del PSOE mallorquín y ese mismo año (2000) era elegida miembro del comité federal del PSOE, en cuya Ejecutiva nacional entró en julio de 2004. Paralelamente a este recorrido en el partido, ocupaba cargos institucionales de mayor relevancia. Así, en 1998 comenzó como concejala del Ayuntamiento de Inca y en 1999 ya era diputada y portavoz adjunta del grupo socialista en el Parlament, además de portavoz en el Consell. En 2004 asumía la portavocía de los socialistas en la Cámara balear hasta que en 2007 alcanzaba la presidencia del Consell de Mallorca, en virtud del pacto entre el PSOE, Bloc y UM.
Como buena hija política de Joan March, Armengol asumió la tesis que llevó a la práctica Antich, según la cual era imposible que el PSOE en las islas lograra el poder en las urnas por mayoría absoluta. Esto implicaba una estrategia de pactos con UM y con el PSM y, por lo tanto, acercar posturas con ambos, introduciendo en el partido algunas tesis nacionalistas. La desaparición de UM a causa de la corrupción supone un golpe a esta estrategia. A su vez, tampoco los socialistas han logrado hacerse con votantes del PSM. La crisis pone la puntilla y los socialistas de las islas sufren una derrota electoral que, en su caso, implica replantearse una estrategia que, ahora, se revela perjudicial para el partido.
De las tres principales caras del poder socialista en la pasada legislatura (Antich, Calvo y Armengol), la ahora candidata a la secretaría general del PSIB es la que asume un mayor grado de autocrítica y la que, ya en la presentación de su candidatura, antes modifica el hasta ahora discurso oficialista: No menciona la palabra pactos y resalta que apuesta por un PSIB con "vocación de mayoría". Quienes la conocen aseguran que, frente a la imagen que pretenden dar de ella sus detractores, su autocrítica es sincera. Lo cierto es que, en su ascenso constante en el partido, ha seguido todos los escalones paso a paso y desde un principio los oficialistas la consideraron la sucesora natural de Antich, incluido él mismo.
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