El Consell de Mallorca, bajo el mandato de Unió Mallorquina, contrató con dinero público a una mujer que trabajó como azafata en los mítines y en las meriendas que organizaba el partido. Así de claro lo expresó ayer esta empleada, que fue interrogada en calidad de imputada por la juez que investiga el llamado caso Voltor. La declaración versó sobre la contratación de un grupo de 30 personas, todas ellas afiliadas o próximas al partido, que cobraron un sueldo de la empresa pública informática Cilma pero que en realidad se dedicaron a trabajar para Unió Mallorquina.

La azafata explicó con todo tipo de detalles su papel en la formación ya desaparecida. Siempre estaba presente en todos los mítines que organizaba el partido, que tenía costumbre de invitar a merendar cada semana a sus simpatizantes y afiliados. En estos encuentros se les explicaba el programa electoral. Este trabajo se organizaba desde la propia sede de la calle Sindicat. Esta empleada se encargaba de la organización de estas meriendas.

La mujer detalló que la persona del partido que le indicaba las órdenes era Eugenia Cañellas, la exsecretaria técnica de Miquel Nadal, expresidente de la formación. Fue también Cañellas quien la contrató, aunque no quiso contar de qué forma entró en contacto con ella.

La azafata había firmado un contrato, no con el partido, sino con la empresa informática Cilma, propiedad del Consell de Mallorca. La imputada dijo que era la primera sorprendida de que hubiera sido contratada de esta forma y de hecho reconoció que no conocía de nada al antiguo gerente de la empresa, Eugenio Losada, quién ha facilitado a la juez el listado de empleados "fantasmas".

En una línea parecida también declaró ayer ante la juez una mujer que fue contratada para realizar encuestas para Unió Mallorquina, pero que estuvo percibiendo un sueldo del Consell de Mallorca. Esta contratación se realizó en el año 2007 y fue también Eugenia Cañellas quien se puso en contacto con esta mujer que, según confesó, estaba en paro y necesitaba trabajar. Explicó que Cañellas le indicó que por las mañanas se dedicaría a hacer recados y por la tarde debía estar físicamente en la sede del partido, donde se encargaba de coger el teléfono. Durante los meses que estuvo contratada también recibía órdenes de Antonia Vidal, la secretaria personal de Nadal.

La antigua empleada del Consell contó que, aunque no le obligaron, ella optó por afiliarse al partido. También lo hizo su pareja y su madre. "Si te mueves en este ambiente y todo el mundo era de UM, para conservar el trabajo me afilié al partido", declaró. El nombre de esta afiliada aparece en una carta que se entregó al entonces presidente de UM, Miquel Ángel Flaquer, que criticaba la actuación de Cañellas y de Vidal. La mujer dijo que no tenía nada en contra de estas dos mujeres.

Quien negó haber realizado trabajos para UM cobrando un sueldo público fue otro empleado contratado por el Consell Insular como auxiliar administrativo, que casualmente también era afiliado del partido. Su trabajo era inspeccionar los expedientes de subvención para las asociaciones. Trabajó en Relaciones Institucionales, a las órdenes de Josep Lliteras, pero negó que le hubiera dado órdenes para trabajar para el partido.

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