"Este año me han pagado un poco más, pero cada vez que le echo gasolina al coche me doy cuenta de que mi sueldo es más pequeño y soy un poco más pobre". Elvira Martí es ama de casa en invierno, y "camarera o lo que salga" en verano, pero daría una buena analista en cualquier época del año: su frase contiene de forma sintética toda la información que aquí se ofrece. Porque el caso de Elvira no es aislado. Al contrario. Su percepción es la realidad de casi todos los trabajadores de la isla: por segundo año consecutivo, los mallorquines han visto cómo las pequeñísimas subidas salariales logradas (quien las logró) han sido devoradas por unos incrementos de precios que hacen que todo hijo de vecino gaste hoy un bolsillo más desfondado que ayer, pero probablemente menos roto y parcheado que mañana.

Lo decía el ya presidente Mariano Rajoy durante el debate de investidura que le puso esta semana al frente del Gobierno: los españoles son hoy más pobres que en 2008. No hay que ser presidente ni economista para detectar que hay crisis, aunque la frase de Rajoy se cumple más en unas regiones que en otras. Y Mallorca está entre las que hacen buena la frase presidencial. Sirve de perfecto ejemplo este año, el del triunfo turístico y los hoteles rebosantes, que pasa su última hoja del calendario con Balears como la comunidad en la que menos suben los salarios.

Según refleja la última entrega de la Encuesta de Coste Salarial del Instituto Nacional de Estadística, solo Murcia, donde los sueldos cayeron un 1,8%, ha sido más castigada que un archipiélago balear en el que las nóminas aumentaron apenas un 0,25%. Y eso son solo cuatro euros más por trabajador y mes. Casi nada. Sobre todo porque ese avance con tamaño de propina rácana se convierte en retroceso real cuando se compara con lo que ha subido el coste de la vida en ese mismo tiempo: los precios, representados en el famoso IPC, se han encarecido hasta noviembre en un 2,5%.

La consecuencia es que, lejos de mejorar, los mallorquines empeoran: en un 2011 que según empresarios y economistas solo ha tenido de bueno que será mejor que el 2012, los baleares acaban diciembre con un poder adquisitivo 2,2 puntos inferior al que tenían en enero. Mallorca cierra así su segundo ejercicio consecutivo de nóminas menguantes y bolsillos deprimidos: en 2010 los salarios mejoraron seis euritos por mes, un 0,35% de incremento engullido por una inflación ocho veces mayor, del 2,7%. Y eso sin contar las subidas de impuestos de fin de año, que se las traen: en Palma, sin ir más lejos, el Ayuntamiento aumenta la carga fiscal un 5,5%, quince veces más de lo que suben los sueldos.

Mil euros menos al año

¿Resultado? En dos años de crisis laboral y vacas flacas puestas a dieta, los mallorquines se han dejado por el camino un 4,6% de su poder adquisitivo. Y eso son muchos euros evaporados: casi un millar por trabajador y año. Porque si se le aplica esa pérdida de poder adquisitivo a los 20.472 euros que cobra de media cada mallorquín, la renta disponible de cada trabajador se reduce en 943 euros por año. Muchos.

Y más aún en Balears, comunidad en la que los salarios se alejan cada vez más de la media española. Esto se debe a que mientras el sueldo medio español mejoraba un 0,94% en 2010 y un 1,18% este año, el mallorquín lo hacía en apenas un 0,35% el año pasado y un 0,25% en este 2011 que ahora concluye. El efecto directo de semejante desfase comparativo se mide en euros contantes y sonantes: el español medio cobrará este año 1.760 euros más que el mallorquín medio. Y eso da para una paga extra bien jugosa, que casi se duplica si el mallorquín se da al masoquismo y mide su salario en el espejo de los trabajadores mejor pagados del país: entre los 20.472 euros de salario balear y los 26.451 euros de los españoles mejor pagados, los vascos, median 5.979 euros. Sufientes para unas vacaciones en el Caribe o para pagar la mitad del coche del año. O dicho de otro modo: a un madrileño le cuesta cuatro meses menos de trabajo al año ganar lo mismo que los mallorquines de sueldos capados.

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