­Sé lo que cenó ayer. Y lo que le han regalado hoy. También lo que comerá estos días. Se veía venir desde Nochebuena, cuando estas líneas quedaron escritas. O antes, en la mañana de recados, paseos, compras, prisas y risas que antes de la noche más familiar del año abarrota calles y mercados, tiendas de regalos y centros comerciales, mercadillos navideños y bazares asiáticos. Esa mañana en la que la crisis se aparca y hasta el bolsillo más humilde intenta darse un gustazo. Que el gusto cotiza caro, pero quien más, quien menos se lo da. Se nota en mercados llenos hasta las costuras como el del Olivar, que estos días vende a precios de una vez al año, que no hace daño. O sí. Depende del fondo de cartera. Aunque hay para todas las carteras. Que en Pescados Carmen colocaban el sábado las gambas de Sóller más vistosas del lugar a 110 euros el kilo, pero también tenían gambas apetitosas para bolsillos de a 35 euros el capricho. A ellas se daba el apetito mallorquín, que en las últimas horas ha paladeado gambas autóctonas y mariscos ajenos. Como esos centollos a 48 el kilo que facturaba por cajas la pescadería de Isabel y Manolo, más solicitada y enmariscada que ninguna en estos días de conchas y pinzas. También de pescados. Lujosos y lustrosos, que de todo hay en los manteles de esta Navidad: gallos y meros a 34 euros el kilo, sí, pero también lubinas salvajes a 44 euros llegadas de Galicia, y cap roig de por aquí cerca, que viajan menos pero cuestán casi lo mismo. Y vieras, almejas y rapes por menos de 20 euros el kilo. O cigalas por más de 40. "Lo que sea, pero algo hay que llevar. En mi casa llevamos cap roig y gambas, pero no de las más caras. Es que mira la cola: ¡están a cien euros y la gente compra y compra!", comenta, sorprendida con la billetera ajena, Maria Ripoll, que compra a última hora "los últimos caprichos, que lo más importante lleva días comprado".

Y de caprichos está la mañana prenavideña, en la que hay quien en Mallorca se da el gustazo de pagar las trufas a 350 euros el kilo. 350. Aunque la tierra tiene delicias más baratas. Setas de Ávila (dicen) a 24 euros y trompetas negras de Mallorca a 29. "Es lo que valen, son deliciosas", dice Miguel Rama, comprador sin prisas y con lechona: "He cogido una entera de 7 kilos por 66 euros. Pago precio de última día", confiesa. Que en último día, en el apuro final, la lechona se vende a precio de gamba y la gamba a precio de oro. Aunque hay opciones más modestas e igualmente apetecibles que arrasan, como el pollo mallorquín y el capón gallego, por tres euros el kilo. O el pavo que tanto gusta en otras latitudes, que en la España de Rajoy y la Mallorca de Bauzá se vende a 5 euros el kilo. Se lleva uno Alicia Lina, colombiana con más querencia por el pavo que por la lechona. "En mi familia gusta más".

Venden el optimismo y el Rey

Y de eso se trata, de darse el gusto. En el mantel y debajo del árbol, que en crisis también hay regalos. Porque la cosa está apurada, pero El Corte Inglés es un abarrote. Aunque hay más gente entre los libros que entre las joyas. Román Llinás se lleva bajo el brazo las intrigas de la Familia Real que cuenta Pilar Urbano, uno de los exitazos de esta Navidad. "Con la que tienen en casa, es interesante saber más de ello", confiesa, sin pronunciar la palabra Urdangarin. A su lado compran el segundo libro más vendido de estas fiestas, uno de Punset: Viaje al optimismo, que falta hace a todos.

A las puertas de El Corte Inglés sigue el abarrote. El tiempo ilumina tanto como Punset: 22 grados luce el mercurio, que estos días viste de confusión al gentío: por la calle Sindicat pasean señoras de chaquetón y señoras de chaquetilla; chavales que sacan pecho en chupa de cuero y camiseteros irredentos con fular al cuello. El sol también llena las terrazas, en las que se hacen fotos los turistas típicos de estos días: los turistas de su propia casa, los mallorquines que vuelven a la lechona y la gamba de Sóller, como cada Navidad.

Es la historia de cada diciembre para Cristina y Margalida Pol, hijas de Tomeu Pol, que presume de ellas al calor de una mesa de la calle Oms: "Están las dos fuera todo el año, pero mira que guapo y feliz estoy yo hoy", dice con una sonrisa XL, de esas que hacen guapo al peor pintado. No es el caso de Tomeu, que pide una foto al cronista. Se la hacemos, antes de curiosear por la calle Inditex, perdón, Sant Miquel, en la que se ve más gente fuera que en las tiendas. "Hoy no es día de grandes regalos, es día de detalles", excusa Lucía Miras, que ha comprado unos pendientes y una bufanda. "Te digo para quien pero no lo pongas". Esto se pública con los regalos ya abiertos, Lucía. "Bueno, pues son para mi madre y mi hermana". Felicidades a ellas.

Y a la novia de Ricard Ramírez, que hoy estrena Ipad 2, ya saben, el nuevo inventazo de Apple, que los años anteriores conquistó con sus iPhones y ahora arrasa con su tableta de diversión y diseño. "Estaba la tienda llena", constata Ricard, que pone rumbo al mercadillo de plaza de España para comprar "las últimas cosas, porque he trabajado toda la semana y hasta hoy no he podido". Tiene más suerte que el cronista, que aún lleva el saco vacío, como cientos de personas que estos días corren para que los demás celebren. Dependientes y transportistas.Camareros y concineros. Barrenderos y policías como el que sonríe en el paso de peatones al mercado del Olivar. ¿Cómo va la mañana en la zona de atasco? "Tranquila, tranquila, se liará luego", dice. Y sonríe. Es Navidad. Y Mallorca se da el gustazo.