La sangría que la construcción balear ha sufrido durante los últimos años en materia de empleo y tejido empresarial parece no tener fin, y está anulando completamente la mejoría que en este campo están comenzando a registrar otros sectores, como en el caso del turístico. Pero esta caída en barrena en la que parecen estar inmersas las compañías dedicadas al ladrillo tiene una explicación muy simple: en solo dos años, la inversión que se realizaba en esta actividad se ha visto reducida a la mitad.

Los datos aportados por la Asociación de Constructores de Balears muestran que en los ocho primeros meses de este año el valor de las obras iniciadas, tanto públicas como privadas, ascendió a 540,6 millones de euros. La velocidad de descenso es vertiginosa, como se refleja en el hecho de que en el mismo periodo de 2010 ese importe ascendía a 940,8 millones, y en 2009 a 1.179,8 millones de euros.

La inversión que se realiza en la edificación privada mantiene la tendencia a la baja que se inicio tras el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2007. Si entre enero y agosto de 2009 se destinaron 584,7 millones a este tipo de proyectos en las islas (que incluyen desde viviendas a centros empresariales), en esos mismos ocho meses de 2010 esa cifra bajó hasta los 552,5 millones y este año se ha limitado a los 381,8 millones. Eso supone un recorte de casi el 35% en esos dos años.

Pero en este momento la mayor herida del sector está en la obra pública, cuya inversión se ha desplomado como un castillo de naipes a causa de los problemas financiaros por los que atraviesan las Administraciones. En este caso, el descenso resulta aún más espectacular.

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