Nació en la India en 1953, a los nueve años se hizo monje jainista y a los 26 inició una peregrinación a pie por todo el mundo. Cree y defiende la paz, la ecología profunda y una educación "completa". Hablará este sábado en Pollença junto a Gunter Pauli y a Fritjof Capra en unas jornadas sobre educación organizadas por la Fundación Camper.

—¿Qué tipo de educación dan en la Small School?

— El 50% es educación académica (ciencias, matemáticas, lenguas...) y el 50% es práctica (jardinería, construcción, cocina...). Actualmente, la educación en general está muy limitada a la mente, solo a lo intelectual. En la Small School les enseñamos cómo vivir y cómo hacer cosas. Hay gente que sabe hacer su trabajo, manejar el ordenador y demás, pero no sabe cómo cultivar un vegetal o cómo cocinar. Y eso no es estar educado del todo.

—¿Se enseña a los niños a manejar su inteligencia emocional?

— Sí, en la Small School enseñamos a la cabeza, a las manos y al corazón (cómo respetar, a manejar los sentimientos, qué hacer para sentirse a gusto con uno y con los demás...). Las escuelas ahora sólo enseñan cómo pensar, no cómo hacer ni cómo sentir. Es una educación incompleta. Nosotros además apostamos el aprendizaje por experiencias.

— Deme un consejo para no perder la cabeza en estos tiempos de crisis, de ambiente pesimista, de malas noticias por todas partes, de catastrofismo.

— Focaliza tu mente en el presente. Es lo que puedes controlar,no el pasado ni el futuro, así que concéntrate en el presente. Respira profundamente y tu mente se centrará. Tienes que ser consciente primero de que respiras y luego te centras en lo que estás haciendo (estoy cocinando, estoy andando...). En la Small School enseñamos el silencio y enseñamos a respirar, es muy importante.

— No tiene móvil, ¿desconfía de las nuevas tecnologías?

— No quiere tener que estar dispuesto todo el rato para la gente que me quiera contactar en cualquier momento. Es mejor tener una vida no muy ocupada, tranquilizarse, ir más lento. La lentitud es belleza. Si nuestras vidas son muy rápidas, la calidad de vida disminuye. Hay que ir más despacio y dar calidad a nuestras acciones. Con las nuevas tecnologías todo va más deprisa y te crees que estás más conectado, pero en realidad con las nuevas tecnologías dejas de conectar con las personas que están a tu lado. No hablas con ellos cara a cara. Y eso es muy importante.

—¿Podemos aprovechar la crisis para cambiar el sistema?

— Es una buena oportunidad. El dinero se ha convertido en algo demasiado importante. Las vacas no han parado de dar leche, los ríos siguen llevando agua, el sol sigue calentándonos, la tierra sigue dando cultivos, los seres humanos siguen amándose... Eso es lo importante. Creo que es importante que volvamos a hacer cosas. Ahora todo viene de China o Vietnam y creo que cada país tiene que volver a hacer sus cosas, todavía sabemos cómo hacerlo. La solución está ahí y no en los bancos. El mundo real es el de las personas, el mundo del dinero es artificial. El dinero es importante, pero no puede ser lo más importante.

—¿Qué es la ecología profunda?

— Es entender que la naturaleza tiene derechos. Solo hablamos de los derechos de los seres humanos, pero las montañas, los árboles, los pájaros también tienen derechos. Los seres humanos estamos supeditados a la naturaleza, pero nos creemos que somos los dueños y que podemos hacer lo que queramos para explotarla en nuestro beneficio. Hay que ver el valor intrínseco de la naturaleza, no las posibilidades de explotación.

—¿Qué opina del movimiento 15-M o de los ´indignados´?

—Ha nacido en un momento muy bueno. Estuve en la Puerta del Sol y me gustó que la gente reclamase a los bancos. El Banco Central Europeo ha producido dinero para salvar a los bancos, pero no para salvar las bibliotecas, las escuelas, los hospitales... para la gente normal. Eso es indignante.

—Usted viaja mucho, ¿qué diferencia hay entre un viajero y un turista?

—Yo vengo a Mallorca como peregrino. Los turistas tienen una mente muy egoísta, vienen a explotar los recursos y el paisaje para su satisfacción, van a destrozar Mallorca y no aprecian la belleza y el estilo de vida de la isla. Los peregrinos llegan buscando conocer y apreciar los paisajes, las gentes, las lenguas... todo lo propio de un lugar.