Los abogados de Boris Becker plantearon que la persona que no había pagado a la empresa de jardinería era Matthias Kühn, el conocido empresario inmobiliario que firmó en 2007 un contrato con Becker para poner a la venta, con carácter exclusivo, la mansión de Son Coll (Artà).

De acuerdo con dicho contrato, la inmobiliaria asumía las facturas generadas por la mansión hasta que no se vendiera dicha propiedad. La casa estaba a nombre de una sociedad y, en realidad y como es frecuente en este tipo de inmuebles, lo que se vendían eran unas acciones. Sin embargo, la Audiencia resalta que ese contrato de exclusividad vencía a finales del 2007, los trabajos se hicieron en 2009 y Kühn se limitó a hacer de traductor entre el extenista y el jardinero.