Más de 230 científicos de todo el mundo se reúnen esta semana en Palma en la sexta edición de la Conferencia Europea en Tormentas Severas. Este congreso cuenta con los expertos más prestigiosos, uno de ellos es el americano Harold Brooks, cuya intervención se centra en el cambio climático y las tormentas severas. Aunque EEUU lleva 60 años siguiendo el rastro de estos fenómenos, Brooks remarca que las conferencias europeas consiguen atraer a los mejores científicos americanos.

—¿Por qué es importante asistir a este congreso?

—Porque reúne a gente de todo el mundo interesada en problemas meteorológicos. Este congreso junta a especialistas en tiempo severo con perspectivas diferentes.

—¿Cuál es su aportación?

—Mi intervención se centrará en tormentas severas y cambio climático. Explicaré las condiciones en las que se producen tormentas severas y cómo irán cambiando con el cambio climático.

—¿Y cómo influirá el cambio climático en este fenómeno?

—Es muy difícil saberlo. El calentamiento global seguirá su curso. Para que se formen tormentas tenemos varios ingredientes, y con el cambio climático uno de estos ingredientes será más frecuente y otra de las condiciones necesarias para la formación de tormentas disminuirá. Se hace muy difícil prever cuál va ser la tendencia.

—¿A qué condiciones se refiere?

—Irá en aumento la cantidad de vapor de agua en las capas bajas de la atmósfera, que es la energía que utilizan las tormentas para desarrollarse. El cambio climático provocará que el cambio de temperatura entre el ecuador y los polos disminuya, por ello, otro ingrediente menos propenso a la formación de tormentas es el cambio de viento con altura.

—Son líderes en la investigación de tormentas severas. ¿Cómo ve los estudios sobre estos fenómenos a nivel mundial?

—Los mecanismos físicos que actúan en la formación de tiempo severo son los mismos en todo el mundo, pero para que se forme un tipo de tiempo severo se necesitan unos ingredientes y para que se forme otro tipo de tiempo severo se necesitan otros ingredientes. Estados Unidos tiene un tipo de tiempo severo concreto. El hecho de tener estudios sobre estos fenómenos a nivel mundial, por ejemplo, nos ayuda en las investigaciones sobre tormentas que no se producen con tanta frecuencia en EEUU y que sí son habituales en Europa. Eso ayuda a mejorar el conocimiento porque hay más observaciones y más diversas. Las condiciones que generan tornados en el sureste de EEUU, por ejemplo, son las mismas que los tornados en Europa. Como tenemos pocos casos de estos, el hecho de interactuar con investigadores europeos nos permite mejorar el conocimiento de estos tornados en el sureste de EEUU. Esta colaboración favorece a ambas partes.

—Los americanos llevan mucho más tiempo estudiando estos fenómenos.¿Qué pueden aprender de vosotros los países de Europa?

—Tenemos una historia de estudio de estos fenómenos bastante más larga que la vuestra. Europa analiza estos casos desde hace unos 20 años mientras que EEUU lleva más de 50 años investigando la formación de tormentas, su evolución y cómo pronosticarlas. También tenemos experiencia en cómo construir, por ejemplo, bases de datos para que sean más útiles. Hemos cometido errores que nos han llevado a mejorarlas. Como los europeos han entrado en el juego más tarde, aprovechan esta larga experiencia e intentan construir todo este cuerpo de predicción y de recolección de datos a partir de lo que nosotros hemos enseñado. Por ejemplo, la base de datos americana de tornados, granizo y viento fuerte ha estado 60 años en marcha y ahora desde Europa están empezando a definirla. Por supuesto, las definiciones que se utilizan aquí aprovechan nuestra experiencia que tenemos desde hace 60 años.

—¿Cuáles son los principales avances en las investigaciones sobre tormentas severas en estos dos años?

—Uno de los avances ha sido una campaña muy potente de observación en diferentes escalas de tormentas. Como ha sido muy reciente, aún no se han hecho los análisis en profundidad pero ha sido un esfuerzo muy importante por parte de la comunidad americana. Se trata del proyecto Vortex-2, cuyo objetivo era mejorar las observaciones de estas tormentas para mejorar sus predicciones. Otro avance muy importante, desde el punto de vista de la comunidad americana, ha sido la mejora de los sistemas de asimilación de datos, es decir, un mejor aprovechamiento de los datos que se recogen de estas tormentas a través del radar, ello sirve para prosperar en las predicciones a muy corto plazo, predicciones más útiles para el aviso a la población. Otra mejora respeto al congreso celebrado hace dos años es el aumento del número de trabajos de colaboración entre investigadores europeos y americanos. Ello demuestra que las relaciones entre estas dos comunidades están mejorando.

—¿Han aportado sus conocimiento en los estudios de las tormentas en el Mediterráneo?

—La comunidad científica americana no es especialista en estos ambientes marítimos, pero han colaborado en bastantes estudios de tiempo severo en el Mediterráneo. Colaboramos en el primer estudio de Medicanes, huracanes mediterráneos. Esa colaboración fue fruto de la primera conferencia que se celebró hace 11 años.