Palma es la sede de la sexta edición de la Conferencia Europea sobre Tormentas Severas y reúne en un congreso de cinco días a 230 científicos de todo el mundo. El presidente de la Agencia Estatal de Meteorología, Ricardo García, fue uno de los expertos encargados ayer de inaugurar la sesión. García remarcó que el gran reto de las predicciones meteorológicas son precisamente las tormentas severas. Según explicó el responsable de la Aemet a nivel estatal, las lluvias intensas típicas del Mediterráneo son difíciles de pronosticar porque se generan por complejos convectivos a mesoescala, con unos pocos cientos de kilómetros y que duran pocas horas.

Ya que las tormentas severas constituyen el mayor reto para las predicciones, el responsable de la Aemet remarcó que hay que mejorar las herramientas para su estudio. Así, avanzó que en 2016 entrará en funcionamiento la tercera generación de satélites Meteosat, que otorgará una mayor resolución y más variables asociadas a la actividad tormentosa como los rayos descargados sobre el mar. Asimismo, Ricardo García aseguró que en dos años entrarán en funcionamiento los modelos de mayor resolución.

Por su parte, el presidente del comité científico del congreso, Climent Ramis, recordó que hoy se cumplen cuatro años de la virulenta tormenta que azotó la isla. Destacó que se trata de un claro ejemplo de un fenómeno convectivo, que los expertos reunidos en Palma analizarán a lo largo de estos días. Según puntualizó, las tormentas severas son fenómenos meteorológicos que solo se pueden predecir con poco tiempo de antelación. "No se puede saber hasta una o dos horas antes de que se produzcan, incluso en ocasiones en menos tiempo, media hora", apuntó el profesor de la UIB. Asimismo este experto añadió que cuando se trata de sistemas meteorológicos pequeños, la dificultad en los pronósticos aumenta y más corto es el tiempo para un pronóstico fiable.

De todas maneras, Climent Ramis remarcó que cuatro años después de esta gran tormenta, la capacidad de pronosticar estos fenómenos ha mejorado. Un instrumento útil ha sido la instalación del radar en 2008. "Si hubiera existido el radar, se podría haber observado", recalcó. Eso sí, acto seguido puntualizó que se trata de fenómenos que ocurren muy rápido, que los expertos disponen de poco tiempo para avisar a la población. Además habría que precisar la zona específica que se vería afectada para no alarmar sin motivo.