"Las tempestades del norte de España son menos propensas a generar tornados y trombas marinas que las de la fachada mediterránea, donde las altas temperaturas de la superficie del mar al final del verano y el otoño facilitan el desarrollo de profundas tormentas convectivas", argumenta Miquel Gayà.

El calentamiento del Mare Nostrum es una de las principales razones, según el meteorólogo mallorquín, que coloca a la mayor parte del este peninsular como una de las zonas más sensibles a los tornados, especialmente desde agosto a noviembre. Sin embargo, en el oeste, los tornados "son más frecuentes en invierno y en primavera", debido a la influencia de la circulación general en altura en el Atlántico.

La mayor densidad de tornados y trombas marinas en el arco mediterráneo responde a que es una zona «convectivamente muy activa» porque, debido a la circulación atmosférica, coinciden al final del verano masas de aire frío en altura y depresiones, con la acumulación de aire muy cálido y humedo en superficie. Este desequilibrio térmico está alimentado por un largo "fetch" —viento uniforme en dirección y fuerza — de levante sobre las cálidas aguas del mediterráneo occidental que bombea abundante aire caliente y humedo sobre el litoral.

La poca presencia de trombas marinas en el Cantábrico, a excepción del Golfo de Vizcaya, obedece a que "la temperatura del mar es considerablemente baja, y el flujo de vientos del sur y suroeste produce un remarcable aumento de la temperatura del aire, lo que causa alta estabilidad en las capas más bajas".

La singularidad canaria

El caso de Canarias es singular. La región española más tropical y por tanto, en teoría, más susceptible de sufrir tornados, apenas se ve afectada: 11 tornados y 20 trombas marinas en 25 años. Esto se debe, según Gayà a que el archipiélago «está sometido a la influencia de los vientos alisios, lo que provoca situaciones de estabilidad atmosférica que impiden el desarrollo de convecciones profundas». Así, los tornados detectados en Canarias se han dado "cuando los alisios son desplazados por incursiones de aire marítimo polar, una situación que es más frecuente en noviembre y, secundariamente, en marzo y abril".