Joan Fageda es uno de los históricos del PP balear, con cuyas siglas logró la Alcaldía de Palma en 1991, después de haber sido el jefe de la oposición en Cort desde 1983. Revalidó con mayorías absolutas su puesto durante tres legislaturas, hasta que en 2003 cedió el testigo a Catalina Cirer. Tras un año como diputado en el Parlament, fue elegido senador por Mallorca, un cargo en el que ya no repetirá. A pesar de su jubilación, espera seguir siendo útil al PP gracias a su experiencia política de 30 años.

—¿Tiene la maleta preparada?

—Hace tiempo. Un político siempre debe tener la maleta preparada, aunque para mí es siempre provisional. Yo no creo en la jubilación, pero lo que sí tengo es una jubilación económica forzosa. Con los cambios introducidos por el Gobierno de Zapatero, con el aumento de los años para computar la jubilación, tengo que afianzar lo poco que pueda tocar. Pero siempre estaré a disposición de mis compañeros de partido para todo lo que necesiten. Es casi imposible dejarlo después de 30 años.

—¿El PP de Bauzá cuenta con las personas que como usted ayudaron a crearlo?

—Conmigo sí cuentan. Colaboré en la campaña autonómica y me trataron muy bien. No tengo ninguna queja. Es normal que la vieja guardia pase a un segundo plano, porque la juventud empuja. Pero hay que tener presente que las personas con experiencia pueden ayudar y yo creo que lo tienen presente.

—¿Le gusta el rumbo que ha tomado el PP balear?.

—Sí. ¿Por qué no? Los rumbos los marcan mucho las épocas en las que se vive y el partido se ha sabido amoldar muy bien. El PP lo tenía muy difícil con toda su situación. Nadie daba el canto de un duro por él y ha tenido un resultado electoral excelente gracias al esfuerzo de todos.

—¿Cómo definiría a Bauzá, Isern y Salom?

—A Bauzá, como un hombre estricto. Tiene ideas muy concretas y sigue este camino. Isern es la voluntad personificada, una voluntad de hierro para salir adelante y cumplir lo que ha propuesto en su programa. Salom es la experiencia. Ha estado en el ayuntamiento, Parlament, las Cortes, el Consell. Sabe donde pisa y lo que tiene que hacer.

—¿Qué consejo daría a Bauzá y a los actuales dirigentes del partido?

—Les diría que siempre se acuerden de que hay muchas personas que quieren ayudar y que no las olviden. Que no se suban al pedestal, que recuerden aquello de baja del pedestal y así sabre la medida de tu estatura. Es un peligro que se corre después de los excelentes resultados electorales de las autonómicas, aunque creo que no ocurrirá. Bauzá es uno de los dirigentes autonómicos más admirados en el seno del PP nacional. Los resultados excepcionales que ha logrado, en la situación en la que estaba el partido con todos los temas que hemos tenido que torear y soportar tan difíciles, hacen que lógicamente sea una persona admirada, querida y respetada.

—Se refiere a la corrupción.

—Evidentemente. Nos ha hecho mucho daño. Hay que ver cómo acaban estos casos porque creo que habrá sorpresas y que muchos saldrán inocentes. Hay que esperar. Pero cada vez que aparecía un caso, yo no salía de mi sorpresa. Casi todos son amigos, hemos colaborado y estado juntos en muchas circunstancias y que se digan estas cosas de ellos, no sólo duele sino que te llevas una increíble sorpresa. Hay incluso gente que colaboró conmigo en el Ayuntamiento y que está en la cárcel. Mi actitud es ofrecerles mi ayuda, porque me resulta difícil creerlo. Respeto la decisiones judiciales y creo que jueces y fiscales están haciendo una labor excelente, pero hay que esperar a las sentencias.

—¿También le resulta difícil creerlo respecto a Jaume Matas?

—Matas es un gran amigo y una gran persona. Cuando yo fui alcalde y el era president se portó siempre muy bien conmigo. Me une a el una gran amistad. Ahora lo veo menos, porque tengo poco tiempo, pero de vez en cuando nos llamamos por teléfono. Lo que está pasando no me afecta en mis relaciones personales. Mientras no se demuestre que las personas son culpables, para mí son inocentes. Eso es un Estado de Derecho.

—Alcalde y senador. ¿Con qué se queda?

—Con la política municipal, sin ninguna duda.

—¿Le reconocen por la calle?

—Ya lo creo. Muchísima gente y le aseguro que no es pedantería. Es la realidad.

—¿De qué se siente más satisfecho de su trayectoria política?

—De muchas cosas. Destacaría el período de oposición en el Ayuntamiento de Palma, que fueron ocho años. Era muy difícil conquistar el Ayuntamiento en aquella época. Tuve un gran equipo y lo logramos. Después vinieron tres mayorías absolutas de las que estoy muy orgulloso. La política municipal me permitió conocer a mucha gente, que es lo que te enriquece. El contacto directo con la gente es lo que encontré a faltar cuando llegué a Madrid. La política nacional es más distante, las leyes son más complejas y no se lega tanto a l ciudadanos.

—¿Si fuera alcalde ahora, cuáles serían sus prioridades?

—Hay muchas cosas importantes. Creo que se han iniciado muchas cosas que tienen difícil terminación y difícil conservación después. Por ejemplo, el Palacio de Congresos es una apuesta y un reto. También está la reforma de la Playa de Palma, que ya en mi tiempo luchábamos por ella y muy importante. El tema turístico es fundamental. De todas formas, creo que la primera medida sería lo que están haciendo, es decir, intentar simplificar al máximo la organización municipal y reducir gastos de toda la administración. Hay que ser austeros.

—A los alcaldes les gusta dejar alguna huella en su ciudad. ¿Usted la dejó en Palma?

—Bueno, yo no fui un alcalde técnico o administrativo. Delegué todas las funciones en mi equipo, que fue magnífico sin excepción. Yo me dedicaba más a las relaciones públicas, a escuchar a la gente. Era una labor conjunta. Por ejemplo, impulsamos un cambio total en la EMT. La cuestión de la calidad del agua también fue muy importante, hasta el punto de que incluso tuvimos que traerla en barcos. También supuso un gran esfuerzo la complejidad de los aparcamientos, con todo lo que representó levantar todas las avenidas. Fueron muchas cosas. En mi libro sobre mis años de vida municipal procuré analizar un poco los temas y pesó tres kilos. Algo que nunca podre olvidar es el agradecimiento a la Familia Real, cuyo cariño y promoción de Palma no tiene precio.

—¿Se arrepiente de algo?­

—Hay cosas que quizá cambiaría, aunque de poca importancia. En general creo que hicimos lo que debíamos hacer. Quizá, por decir algo, debería haber sido más estricto en ciertas cosas.

—¿Por ejemplo?

—Presidí un equipo de personas maravilloso, pero que quizá eran más compañeros que concejales. Puede que en algún momento hubieran preferido un alcalde con más rigor hacia ellos, que les diera órdenes más concretas en vez de ser tan compañeros. Pero en el fondo estoy satisfecho, orgulloso y agradecido a ellos.

—¿Alguno le ha decepcionado después?

—No. Hablo desde la experiencia. Conozco las dificultades y la responsabilidad que supone una ciudad como Palma de Mallorca. Juzgar severamente nunca ha sido mi estilo. Me gusta comprender a la gente. Quizá en algunos puntos esperaba otras reacciones, pero también comprendo que cuando se toman decisiones, aunque no las comparta, tiene sus fundamentos. Por ejemplo, cuando se adoptó la decisión de cambiar todo el Parque de las Estaciones, con todo lo que había costado, te preguntas porqué no te han dicho nada. Pero también comprendo que en aquel momento debía adoptarse aquella decisión.

—¿Ustéd era el hombre amable y José María Rodríguez el que movía los hilos por detrás?

—Rodríguez fue un gran colaborador y trabajador incansable. Hicimos un buen equipo y ha hecho una gran labor en el partido. Tenemos caracteres muy diferentes, por eso nos entendíamos. El era teniente de alcalde y a la vez secretario general del partido. No era fácil. Era un figura importante, pero también tenían mucho peso otros en el equipo.

—Ahora están de nuevo juntos en el Senado, aunque la rumorología lo coloca como próximo delegado del Gobierno en Balears

—Ahora hemos vuelto a coincidir en el Senado y ha sido agradable. Si ganamos las elecciones generales, y creo que así será, puede tener un cargo de responsabilidad en nuestra Comunidad Autónoma. Es una persona con experiencia y que podrá desarrollar con eficacia un cargo. La vox pópuli parece que apunta hacia la delegación del Gobierno. Podría ser que fuera así.

—¿Bon Sosec es su peor recuerdo de su etapa como alcalde?

—Sí. Me costó mi empresa, me lo costó todo. Fue una terrible agresión hacia mi persona. Incluso algunas personas del PSOE venían a verme y me decían que me comprendían pero que su obligación era ir a mi caza. Tuve que dejarlo todo. Fue un ataque tremendo.

—Ahora que ha pasado el tiempo, ¿cree que cometió algún error con ese asunto?

—Yo creo que no. El epílogo de esta historia es que Bon Sosec funciona porque era una buena obra. Yo era un constructor parcial y hubo muchos más constructores que se arruinaron. Vendí mis acciones. Aquel tema fue la causa indirecta de la muerte de mi socio, Antonio Bauzá, que nunca entendió porque nos hacían tanto daño. Ese ha sido el momento más duro, sobre todo porque le perdí a él. De todas formas estoy satisfecho de mis treinta años en la política. Además de alcalde, he tenido el gran honor en estas dos legislaturas de ser el senador más votado de Mallorca.

—¿A quién propondría como candidatos del PP balear para el Senado?

—Joana Xamena ha hecho un trabajo increíble y es muy respetada en el Senado. Joan Huguet ha realizado una labor inapreciable. Los dos para mí serían perfectos como candidatos. Pero doctores tiene la iglesia.

—¿Y para el Congreso de los Diputados?­

—Creo que Miquel Ramis es una gran persona que cuenta con una gran experiencia. Con las posibilidades que tiene Rajoy de ganar, el partido necesita en el Congreso personas con experiencia y Ramis la tiene.

—¿Qué opina cuando escucha que el Senado es una Cámara inútil?­

—El Senado es una Cámara desconocida. Le aseguro que mejora muchas leyes. Lo que ocurre es que debería ser la Cámara autonómica, en la que se reunieran los presidentes de las Comunidades Autónomas. Por ejemplo, si el Estatut de Cataluña se hubiera debatido antes en el Senado con todos los presidentes hubiera salido otra cosa, pero se negoció entre Gobierno y Generalitat y hicieron lo que quisieron. La gente lo ve como una Cámara inutil, pero no lo es. Se trabaja mucho y se mejoran muchas leyes, aunque son cosas que no llegan a los ciudadanos. Pero es cierto que debe cambiar.

—¿Está satisfecho de su paso por el Senado?

— La primera legislatura fue muy interesante. En la segunda ha sido distinto. He tenido más responsabilidad por ser presidente de la comisión de suplicatorios, que es todo secreto. A esta comisión llega todo lo que pide el Supremo, por ejemplo conceder el permiso para que pueda ser juzgado un senador. Pero como le he dicho es secreto, así que no le puedo concretar.

—¿Alguna vez ha echado a alguien de su despacho, ya sea en Cort o en el Senado?

—Nunca. Ni tampoco he invitado a salir a nadie. La gente ha sido extraordinariamente amable conmigo. Soy un hombre bastante componedor, siempre intentando buscar arreglos aunque no siempre lo lograra.

—¿Le gustaría que le ofrecieran algún cargo, aunque sea honorífico?

Le juro que no. Lo que sí me encantaría, y lo haré, es colaborar en muchas cosas con el partido. Por ejemplo, el otro día leí que subía la alfalfa y que podía haber movilizaciones. Llamé a Gaspar Oliver y al conseller Company para ofrecerles mi ayuda, porque conozco a mucha gente y puedo colaborar y ayudar. ¿Pero tener cargos?. No. Yo ya he tenido todo lo que debía tener.