Rabbi Karelitz, una importante autoridad rabínica, ha reconocido a los chuetas como judíos. La decisión, "histórica", afecta a alrededor de 20.000 chuetas de la isla y ha generado gran excitación y emoción. Michael Freund, presidente de la organización Shavei, viajó a Mallorca y fue el encargado de transmitir la noticia a algunos de ellos: "Muchos lloraron".

Su emoción es comprensible: "Seis siglos atrás los ancestos de estas personas fueron obligados a convertirse al catolicismo", recuerda Freund, quien es el primero que asegura "estar encantado" con este reconocimiento, algo en lo que ha estado trabajando durante los últimos diez años y que entiende como algo "que abre la puerta a a los chuetas que quieran volver con la comunidad judía".

En su opinión, el pueblo judío tiene "la responsabildiad histórica" de acercarse a los chuetas y "facilitarles su retorno". "Se lo debemos a ellos –y a nosotros mismos", prosigue Freund, "debemos ayudar a aquellos que quieran volver al pueblo judío" después de que sus ancestos "fueran expulsados de él contra su voluntad". Durante siglos, recuerda Freund, "la Inquisición invirtió muchos esfuerzos en apartar a los chuetas del pueblo judío".

"Nuestro trabajo ahora", considera el presidente de la organización Shavei Israel, "es enseñarles la misma determinación para darles la bienvenida de vuelta a casa". Por siglos, los chuetas "han sido forzados a vivir entre dos mundos, pero ahora tienen la oportunidad de volver a sus orígenes y a su gente: confíamos y rezamos en que muchos de ellos lo harán".

Los apellidos mallorquines Aguiló, Bonnín, Cortés, Forteza, Fuster, Martí, Miró, Picó, Piña, Pomar, Segura, Valls, Valentí, Valleriola y Tarongí pertenecen a los parientes directos de los últimos perseguidos por la Inquisición durante el siglo XVII.