Ana Torroja se verá obligada a cantar con renovados ímpetus para saldar sus deudas con la Agencia Tributaria, sustanciadas o no en la esfera penal. Los numerosos seguidores de la voz femenina de Mecano acogerán con felicidad la continuidad profesional de su ídolo, aunque sea estimulada por una instrucción judicial. El recambio generacional le obliga a ocupar el papel jugado un día por Lola Flores, en la sección de las estrellas perseguidas por fiscalmente olvidadizas.

Torroja no ha cantado nunca ante el juez. A falta de conocer su versión, los artistas de éxito deberían ser especialmente escrupulosos en sus tratos con la Agencia Tributaria, a tono con su sensibilidad hacia la piratería por manta y por internet. Sería un exceso histriónico el engaño deliberado a todos los ciudadanos, para lamentarse después de que algunos desaprensivos prensen o descarguen canciones ilegalmente.

Grecia no cobra impuestos, con el resultado de quiebra estatal sobradamente conocido. Las estadísticas de la Unión Europea consideran que España es el segundo país europeo en tan desalentadora clasificación. El caso Relámpago consolida la evidencia del liderazgo mallorquín en las prácticas evasoras, en consonancia con una isla que vive a 500 euros por billete.

La burbuja inmobiliaria ocasionó perjuicios morales más dañinos y duraderos que el hundimiento del sistema financiero. Italia, otro patrón de referencia para la isla sumergida de Mallorca, reconoce que deja de recaudar un 40 por ciento de sus impuestos, más de la mitad en el sur. La investigación a Ana Torroja reconforta sobre la concentración de la reclamación fiscal en contribuyentes privilegiados. En cuanto a la fama, el presunto delito nunca se ha interpuesto en la leyenda de una artista. Al contrario, ayuda a consolidarla. Doble final feliz.