El Obispado de Mallorca adoptó ayer una medida extraordinaria, "apartar de sus oficios pastorales y prohibir el ejercicio público de su ministerio" al rector de la parroquia de Can Picafort –que también ejerce como vicario de Pollença–, mosén Pere Barceló Rigo, "ante las informaciones sobre una presunta conducta irregular cometida en el pasado". El sacerdote está siendo objeto de una exhaustiva investigación interna por parte de la Iglesia de Mallorca –se desconoce si lo ha puesto en manos de la Justicia civil–, acusado de presuntamente haber abusado sexualmente de niñas menores de edad dentro y fuera de la isla hace más de una década, desconociéndose por el momento si habría más víctimas en los últimos años.

El propio obispo Jesús Murgui comunicó ayer la decisión al afectado, prohibiéndole decir misa a partir de ahora tanto en Can Picafort como en cualquier otra parroquia. Barceló tampoco puede administrar sacramentos ni ejercer tareas pastorales de ninguna clase. Su actividad pública como presbítero queda suspendida mientras dure la investigación, cuyo resultado con toda probabilidad tendrá que dirimir el Vaticano.

Sorprendido con una menor

El rector de Can Picafort fue denunciado ante la Guardia Civil a mediados de 1998 por un catequista, quien explicó que unos meses antes había sorprendido a Barceló en la rectoría, abusando supuestamente de una niña de unos 10 años de edad.

El denunciante recabó información de otros niños que entonces frecuentaban la iglesia, que corroboraron la conducta del sacerdote. La Fiscalía de Balears abrió diligencias y tomó declaración al acusado y varios testigos, aunque finalmente terminó archivándolas al cabo de unos meses. Según ha desvelado el denunciante, hizo llegar los hechos también al entonces obispo, Teodor Úbeda, a través de un vicario episcopal, Bartomeu Suau, quien, de acuerdo con su versión, le amonestó por haber acudido a la Fiscalía. La Iglesia, afirmó en su día el catequista, obvió la denuncia y permitió que Barceló continuara ejerciendo hasta ayer.

El caso se reavivó el pasado octubre cuando el periodista Mateu Ferrer –denunciante en 1998– expuso los hechos en el documental Els monstres de ca meva, que emitió TV3. El Obispado no se pronunció entonces sobre la denuncia, incluso alegó desconocimiento, pero según ha podido saber este diario, el actual prelado, Jesús Murgui, fue advertido de ello y tanto él como alguno de sus colaboradores tomaron nota. Con todo, lo que habría disparado la respuesta de la Iglesia mallorquina, tantos años después, sería alguna otra denuncia reciente efectuada directamente ante el propio Murgui, que acto seguido ordenó una investigación por la vía canónica.

En principio, y a falta de saber si ha habido más casos de presuntos abusos de 1998 en adelante, los hechos denunciados en su día ante la Fiscalía habrían prescrito, no en cambio por la vía civil, ni tampoco en el Derecho propio de la Iglesia. Y es que a raíz de los escándalos de pederastia por parte del clero, sobre todo en Estados Unidos e Irlanda, el Papa Benedicto XVI ha endurecido la normativa para sancionar a estos curas. Nada más trascender el anuncio del Obispado sobre las medidas contra Barceló, en ambientes eclesiales se elogió ayer la "valentía" de Murgui por "haber cogido el toro por los cuernos en lugar de mirar hacia otro lado, como hasta ahora ha hecho la jerarquía", coincidieron en señalar algunos religiosos y sacerdotes.

Por lo que ha trascendido, Barceló recogió en Can Picafort sus cosas ayer por la mañana y se marchó sin despedirse de nadie. Por la tarde, el vicario general del territorio, Rafel Umbert, explicó lo sucedido a varios parroquianos. El fin de semana los párrocos de la zona norte de Mallorca se reunirán para estudiar quién se hace cargo ahora de la parroquia picafortera y quién ayudará a partir de ahora al rector de Pollença.