Para José cobrar el paro no era una opción. Solo agonía. Una muerte lenta servida en dosis mensuales. Migajas de pan para hoy y ni eso para mañana. "Era una condena", dice. Porque José Álvarez tiene 53 años y desde que perdió su empleo hace unos meses sabe que, para él, el mundo de los contratos está cerrado. Ahora y dentro de dos años, cuando le habría llegado su última dosis de paro. Y después, el vacío. Ni paro ni empleo. Como mucho, subsidios y penurias hasta una jubilación de pensión encogida por sus últimos años de cotización: los de la crisis que no cesa.

Por eso José optó por seguir una senda trillada desde que estalló la crisis por 6.129 parados de Balears que, como él, han decidido arriesgar. Huir hacia delante. Plantar cara al paro creando su propio puesto de trabajo con el dinero que les correspondería de prestación por desempleo. Para hacerlo, basta con tener un proyecto, estar en paro y pedírselo al Inem, que según informa la Conselleria de Trabajo ha pagado por esta vía a desempleados de las islas 14 millones de euros desde 2009. La mayoría de ellos se apuntaron a la aventura de montar un negocio en 2010, cuando las peticiones de capitalización del paro crecieron un nada desdeñable 32%.

¿La razón? La explican los propios aventureros: con el mercado laboral cerrado, la crisis golpeando cada vez más duro y las empresas apurando al límite el momento de contratar, el autoempleo se convirtió para ellos en el único recurso para abandonar una cola del paro en la que siguen 128.600 baleares: más que la suma de todos los vecinos de Inca, Manacor y Calvià.

Son tantos que es difícil ser uno más. Sobre todo si tienes 53 años. Por eso José jugó fuerte: reclamó al Inem un pago único del 60% de su paro (el máximo que se puede pedir) y lo apostó todo a una mano. Su mano. Su empresa. "Hay que arriesgar para ganar", dice, aunque sostiene que más arriesgado sería esperar a que acabe la agonía de dos años de prestaciones sin solución de continuidad. Por eso no tiene la sensación de estar haciendo una locura, sino de haber tomado las riendas de su destino. "Podría pasar dos años cobrando el paro y luego, ¿qué? Luego tendría 55 años y no me quedaría nada. ¿Quién me contrata? Por eso lo pensé y decidí montar mi negocio".

Lo inauguró este sábado, cuando frente al parque de es Camp Redo, en la calle Jaume Vidal i Alcover, a la sombra de la sede de Trabajo en la que hoy están puestas las miradas de más parados que nunca en la historia de Balears, abrió sus puertas la sidrería Pico Urriellu. La puja de José, que rehace su vida para ponerla a escanciar la sidra entre la que se crió en Asturias, en Mieres, el corazón de la cuenca minera. De allí escapó en busca de un horizonte más ancho que el que le ofrecían los túneles de polvo de silicio de la mina en la que picó su abuelo, la misma en la que picó su padre. Pero no él: José se enroló en la marina mercante, en la que vio crecer y morir a una de las navieras míticas de la España del siglo XX: la Empresa Nacional Elcano. "Era timonel". Después, cuando la empresa nacional se privatizó, José volvió a tierra y cambió el timón de un barco por el volante de una ambulancia, la que condujo por Mallorca hasta que una triple hernia discal le incapacitó para el puesto.

"Lo difícil es dar el paso"

Después llegó el paro y el abismo: ¿Qué hacer con 53 años cuando no puedes ni ejercer tu oficio? José capitalizó el paro. También lo hizo Marta González Bort, una de esas personas a las que les hierven los pies si se quedan quietas. Por eso se mueven. Incluso cuando vienen mal dadas. Lo hizo durante años para vender "de casi todo", desde los teléfonos de varias compañías a los toldos de la empresa que fundó su padre con el mismo nombre que ahora en homenaje le ha puesto a la suya: Jatón Mallorca. Y se volvió a mover cuando perdió su trabajo en una empresa dedicada a la administración de fincas. "Hubo un problema en la empresa y luego vi la oportunidad y pensé: ´Sé todo lo que hay que saber sobre administración de fincas´. Lo difícil es dar el paso porque renuncias a la seguridad que te da cobrar meses el paro para lanzarte, pero me informé de la opción de capitalizar la prestación y por esa vía conseguí el dinero para la inversión inicial. Luego cuando conseguí los primeros clientes vi que tenía que ampliar un poco. En la ONCE (en la sede de la calle Manacor, donde la organización cede espacio para despachos a negocios independientes) se portaron muy bien y me alquilaron por un buen precio esta oficina. Y la verdad es que estoy muy contenta".

Y no extraña que lo esté. Empezó de cero, parada en el país del paro, y ahora lleva la administración de 21 comunidades. Y creciendo. Porque oportunidades hay, por mucho que azote la crisis. "No es un tan mal momento para este sector como puede parecer. Con la crisis mucha gente deja de pagar la comunidad, y para eso también nos buscan a nosotros, que nos encargamos del mantenimientos, las averías, la gestión, pero también de eso, de reclamar los impagos, de negociar y dar facilidades a los vecinos para que paguen".

Y para que les paguen, que esa es otra: fundar una empresa requiere mucho papeleo y aún más gastos. Toneladas de papeles y un buen fajo de euros. Por lo que la morosidad duele casi tanto como los impuestos. "La gran dificultad de montar un negocio son los impuestos. Acabas de abrir la puerta, aún no sabes si saldrás adelante, si te dará para el alquiler, y ya te están fusilando a impuestos. Así es muy difícil. Pagas por todo: los módulos de IVA, registrar la marca, la actividad, licencias de apertura, seguros, alquileres, fianza… te asfixian", dice Marta, cuya queja es común a todo los entrevistados.

Lo corrobora muy gráficamente Iñaki Griego, que con Víctor Fernández, fundó hace tres años la empresa Landoq Technologies, desde la que diseñan y producen aplicaciones para Internet y Iphone. De la Gerrería palmesana para el resto del mundo, donde es más fácil montar una empresa. "En otros países al que empieza le dan facilidades. Lo miramos cuando montamos la nuestra: hay exenciones fiscales de tres años, reducciones o suspensiones de cuotas de Seguridad Social, e incluso teléfono gratuito durante meses para empezar. Eso en Españistán no existe. Para eso somos el tercer mundo, aunque pagamos precios del primero. Aquí sin ahorros no hay quien empiece, porque ni el banco da. El banco solo le da a quien ya tiene dinero. Es absurdo", reflexiona crítico, consciente de que la mayoría de los emprendedores se quedan por el camino.

"En paro me apunté a un curso sobre gestión, contabilidad y algunas otras herramientas básica para llevar una empresa. Lo organizaban el Ministerio de Igualdad y el Soib: empezamos 200, acabamos 60, y luego calculo que unos 57 de esos se quedaron sin montar la empresa. Tengo amigos con ideas buenas para negocios que no han podido empezar porque no hay ayudas ni recursos y piden burradas solo por alquilar un espacio", reflexiona Marta, sabedora de que sin los 7.000 euros de ayuda a fondo perdido que acaba de recibir del Ministerio de Igualdad tras casi un año de espera, le habría costado salir adelante. Ahora está pensando en contratar.

En busca de financiación

Porque capitalizar el paro solo es el principio del camino. Después empiezan los obstáculos. La parte del paro que no se capitaliza sirve para ir pagando mes a mes las cuotas de la Seguridad social del emprendedor (hasta que se llega al 100% de lo que le correspondía de prestación por desempleo). Pero con eso solo no da. Por eso las empresas nacientes buscan ayuda hasta debajo de las piedras. Saben mucho de eso Juan Miguel Puigserver y Teo Romaguera, emprendedores especializados en ayudar a emprendedores: metaemprendedores. Nuevos en su empresa, pero curtidos en un negocio que ejercieron durante años: Juan Miguel en una asesoría y en un holding empresarial, y Teo como responsable de personal de una constructora. Hasta que el camino se torció. La macroempresa a la que Juan Miguel dio el salto desde la asesoría en la que se había curtido se fue casi a pique. Y la constructora de Teo empezó a escorar. Así que se buscaron la vida. Fundaron Puigserver Romaguera, probablemente la asesoría de empresas más moderna de la Mallorca del siglo XXI: "Nuestro gran cliente objetivo son precisamente quienes están creando una empresa. Sabemos qué hay que hacer, porque nos dedicamos a eso desde hace años y porque lo hemos vivido nosotros mismos", aclaran.

Porque ellos capitalizaron el paro y buscaron subvenciones. Llamaron a todas las puertas: a las de la administración y a las de organizaciones empresariales privadas. A la banca y al Instituto de Crédito Oficial, que canaliza sus ayudas a través de los bancos tradicionales. Por eso no se dan: "Hoy la financiación del ICO solo llega a quien tiene propiedades o recursos, es decir, a quien menos necesita la financiación. Porque si no tienes aval, los bancos no te dan dinero del ICO. Es un engañabobos".

Y con el ICO secuestrado, las empresas han de afinar el tiro. A eso también se dedican Juan Miguel y Teo, que recomiendan a los emprendedores buscar ayuda para definir el proyecto, tanto privada en empresas como la suya, como en los servicios de la Confederación de Empresarios, Jóvenes Empresarios, la Cámara de Comercio o el Imfof. "La clave es tener claro qué se quiere, cual es el objetivo y cuales son los medios de que dispone. Nosotros hemos llegado a renunciar a clientes porque pensábamos que el planteamiento no iba a valerles. Preferimos decírselo y ayudarle que cobrarle y ver cómo se hunde, como harían otros".

Por eso creen que tienen una sensibilidad distinta: la de quien sabe lo difícil que es fundar una empresa en estos tiempos. Nadar a contracorriente. "Tenemos ya 35 clientes y muchas son empresas que hemos ayudado a crear, entre las que hay de todo: ingeniería, restauración, comercio, tecnológicas, agencias de colocación...". De todo. Pequeñas, medianas y grandes. Con y sin empleados. De jóvenes y de no tan jóvenes. Aunque con algo en común, recuerda Teo Romaguera: "Ilusión. Es lo fundamental. Creer en tu negocio, ser optimista y dar todo lo que tienes". Es eso o seguir a la cola de los 128.600.