­El flamante triunfador en los últimos Goya y premio Ramon Llull, Agustí Villaronga, también pasó por Montesión. Una experiencia con claroscuros, pero de la que recuerda un cursillo de cine que le impartió el jesuita Norberto Alcover que le despertó el gusanillo por dedicarse a la profesión que finalmente le ha dado fama y reconocimiento más allá de nuestras fronteras.

"Yo tendría 13 o 14 años y Norberto Alcover, que había estudiado en el centro de Roma, dio un cursillo sobre cine. Hasta entonces yo había visto cine vulgar y corriente y con el curso descubrí las películas de autor y un nuevo instrumento de comunicación. Me marcó la película Las estaciones de nuestro amor, que tenía un sistema de narración muy raro. Me entró el gusanillo por dirigir mis propias películas", confiesa hoy el cineasta, que desde entonces frecuentó una sala de arte y ensayo de Palma en la que se exhibían películas raras –"apenas duraban dos días en pantalla porque no iba nadie, era una cosa muy marciana"–, y comenzó a escribir críticas para DIARIO de MALLORCA.

Del colegio en sí no guarda buenos recuerdos: "Los castigos, las tortas tremendas... Tuve problemas tanto con los curas como con los alumnos. Yo era un buen niño, estudioso, pero no me sentía aceptado por mis compañeros, tenía una sensibilidad distinta. A veces tenía que ir a clase por caminos alternativos para evitar encuentros desagradables. Lo que hoy en día se llamaría acoso escolar", prosigue Villaronga, que guarda un grato recuerdo del padre Sanchís, "un cura con preocupaciones sociales", de los dedos amarillos del hermano Prades por su costumbre de esnifar rapé, y del padre Garau que, a petición del alumno Antoni Aloy, organizó el encuentro de ambos cineastas que fue el inicio de una amistad ininterrumpida hasta hoy.

Villaronga redactó el primer guión de la Mala educación de Pedro Almódovar a petición del cineasta manchego, que quería que también rodara el filme, basándose en sus experiencias en Montesión –"desde luego, estaba presente en mi cabeza"–. Finalmente, la película la hizo Almódovar. "Imagino que cambió el guión con sus experiencias", conjetura el cineasta.