Ante la imposibilidad de combatir la corrupción propia, el PP se mostrará implacable con las trapacerías ajenas. Este manifiesto en pro de la limpieza democrática sintetiza la convención nacional celebrada en Palma durante el fin de semana. A diferencia de la gentileza habitual cuando este tipo de actos se celebran en geografías exóticas, Mariano Rajoy no se atrevió a poner al último Govern de Balears como ejemplo de su futura gestión en La Moncloa. En cambio, José Ramón Bauzá tomó a Jaume Matas como guía, si bien le asiste la disculpa de que no sabría fijar con exactitud los años de la penúltima legislatura.

La aclamación por convención a Francisco Camps demuestra que Rajoy no entorpecerá el auge de la corrupción, una pujante "locomotora económica" en las comunidades de Balears, Madrid o Valencia. No es casualidad que este trío regional enhebrara el "eje de la prosperidad" de Aguirre/Matas/Camps, hoy rebautizado como territorio Gürtel. El manifiesto del PP contra los negocios oscuros de otros partidos reclama el monopolio de esta actividad.

A falta de medidas concretas, Rajoy mirará la corrupción con malos ojos. En la convención nacional ofreció las primeras pruebas del combate ocular contra los políticos de dudosa reputación, durante el intercambio de retinas con Camps recogido en una fotografía. Examinó al presidente valenciano con el desprecio que Aznar reservaba para el propio Rajoy. Sólo alguien que ha intimado con el Bigotes sale indemne de ese duelo.

Un político popular dispuesto a recibir numerosos regalos de una trama mafiosa tendrá que verse a partir de ahora las caras con Rajoy, y poco más. A juzgar por su mirada deslumbrante, el presidente del PP se ha inspirado en las muecas reprobatorias de Clint Eastwood en los spaghetti westerns de Sergio Leone, tan rehabilitados hoy como la figura de Camps.

Antes de su visita a Mallorca, se habían propagado serias dudas sobre la entereza de Rajoy para enfrentarse a los mercados sin alma. Su mirada a Camps disipa cualquier cautela. Un Botín o un Florentino precisarán unas gafas de sol de alta protección, para encararse con el futuro presidente. Una vez sometidos a la mirada glacial, seguirán campando a sus anchas, aunque ahora temblorosos e intimidados "notablemente", por utilizar el adverbio de modo favorito del líder conservador.

Más despiadado en lo visual que en lo verbal, Rajoy describió como "muy difícil" la situación de su partido en Balears. "Muy difícil" es recibir una llamada de Scarlett Johansson, el desenlace de la política de los palacetes era tan perfectamente "previsible" –el adjetivo al que recurre el líder conservador para autodefinirse– como las andanzas de Correa. "Muy difícil" también es un extraño eufemismo para etiquetar al Govern más corrupto de la historia de la democracia, pese a la enconada competencia de Valencia o Madrid sin salirse de la marca PP.

Los parabienes de ordenanza de Rajoy a Bauzá, por haber salvado una situación "muy difícil", suenan repetitivos para quienes han visto previamente en Palma a Fraga alabando a Cañellas, a Aznar alabando a Cañellas, a Aznar alabando a Cañellas, a Aznar alabando a Soler, a Aznar alabando a Matas, a Rajoy alabando a Matas, y a Rajoy alabando a Estarás. El presidente del PP desembarca en Son Sant Joan al grito de "¿a quién tengo que felicitar esta vez?"

Rajoy debió reconocer la deuda con jueces y fiscales en la renovación de su partido. Al limpiarle la lista de corruptos, Bauzá ha podido concentrarse en la supresión de regionalistas, hasta obtener una formación impecable según los cánones madrileños. Aunque ya José María Rodríguez expuso en su salutación que la convocatoria se centraba en las comunidades con elecciones inminentes, sorprende la ausencia en Palma de Núñez Feijóo, Basagoiti y Sánchez Camacho. Los dirigentes populares sólo se reúnen cuando es indispensable, en especial si está presente Camps y el ágape se celebra en las proximidades de los hiperactivos juzgados palmesanos..

La convención popular reservó para el último día la noticia más importante. En efecto, ayer se supo que Camps abandona por fin Mallorca, pese a que la isla ofrecía el hábitat ideal para sus prácticas políticas. La partida del presidente valenciano levanta mayor optimismo que el descubrimiento de que Balears es la única comunidad donde se ha registrado un descenso del paro en el último año.

Antes de embarcarse, el presidente valenciano suscribió en Palma un manifiesto contra la corrupción, sin cambiarse de traje ni sonrojarse apenas. En sí misma, la firma de Camps demuestra la validez y extensión del documento que se ha impuesto el PP como un cilicio. Por los menos, la doctrina de las "responsabilidades políticas" de Aznar no nació muerta, aunque haya sido exterminada por la presidencia de las miradas fijas.

Los populares han sellado en Palma la vigencia del Estado de las autonomías, que tanto desagrada a sus mentores ideológicos. De este modo, la derecha consagra en lo político el doble discurso que abandera en lo sexual. En los cenáculos y mentideros , los líderes populares insistirán en la inviabilidad de 17 comunidades. En la práctica, se renovará la confianza en personajes como Camps. El vasallaje centralista se ha invertido, con la única excepción del Bauzá que sacrificaría la bandera española de su muñeca para ser considerado madrileño. En este clima de taifas, Javier Arenas confirmó su vena humorística al proclamar que se habían reunido "los candidatos de Rajoy". Según el CIS, dos de cada tres votantes del PP tienen poca o ninguna confianza en el presidente de su partido.

En la intervención ante los reunidos, Bauzá lució su abrumador desconocimiento de la historia reciente de Balears. Se jactó de que el PP es el único partido que no tendrá que pactar para formar Govern. En primer lugar, los populares han pactado en todas las ocasiones –y con UM, nada menos–, a excepción de la legislatura 1995/1999. Durante esos cuatro años no sólo acumularon tres presidentes de la comunidad, un síntoma inequívoco de estabilidad, sino que a continuación perdieron las elecciones. Detalles sin importancia, y un gran modelo a seguir. Los votantes locales se empeñan en que el poder funciona mejor embridado, como la mayoría de mamíferos que aspiran a conquistarlo.