José Ramón Bauzá reventó la convención autonómica del PP antes de que comenzara, al defender de buena mañana en TVE –si llega al Consulado, sólo permitirá que le entreviste la televisión estatal– la "demostración de gestión" del Govern de Matas. Para los lectores que hayan vivido en la Antártida durante los cuatro últimos años, la "realización innumerable de inversiones" que jalea el presidente del PP castellanobalear se ha saldado con tres altos cargos encarcelados, dos decenas más de políticos que han confesado su corrupción, y una nómina de imputados que reduce a los gabinetes de Mubarak o Gadafi a la condición de aprendices.

El propio Matas proclamó en sede judicial que defraudó cientos de miles de euros a Hacienda –por cierto, sin ningún propósito de la enmienda o regularización–, en lo que constituye una "demostración de gestión" patrimonial envidiable. La reivindicación de su antepasado es tan emotiva, que el eslogan de la campaña autonómica del PP será un sucinto "Si quieres Matas, vota Bauzá".

Bauzá tiene que estar deslumbrado a la fuerza por un Matas que acaba su mandato con los pecados y la liquidez suficiente para afrontar cinco millones de euros en fianzas judiciales. La lógica fascinación del aprovechamiento económico no debería nublar el recordatorio de que, si el Govern del PP hubiera sido inigualable, tal vez no hubiera perdido el poder en Balears, Mallorca, Menorca, Eivissa, Formentera y Palma.

Sobre todo, el presidente de rebote del PP regional olvida que debe su cargo a la corrupción desatada en el seno del Govern. Simplemente, fue elegido porque no había nadie más, y la opción de Carlos Delgado hubiera obligado a trasladar directamente la sede de los populares mallorquines a Madrid. También esta carambola biográfica le vincula a Matas, que trepa en el escalafón gracias a los sobornos que su partido cobró en el Túnel de Sóller, y mucho que le dolía que se lo recordaran.

Peor todavía, Bauzá alcanzará el Consulado de Madrid en Palma merced al desmantelamiento de la Unión de Malhechores, a cargo de las instancias judiciales a las que el incalificable Trillo reprochaba ayer una persecución. El PP todavía no se ha recuperado de la evidencia de que derrotará a la izquierda porque le ha surgido un obstinado rival por el cetro de la corrupción. En justa correspondencia, el presidente popular debió reservar unos segundos de su intervención en TVE para glosar "la demostración de gestión" de UM, cuando gobernó Mallorca con los brazos alzados de los títeres del PP.

No hay que tomarse demasiado en serio el discurso de Bauzá, sus compañeros de Madrid no incurren en este error. El candidato popular se enorgullece de ser hijo de Matas con la misma inconsciencia que le impulsó a anunciar la "supresión" de la Ley de Normalización Lingüística. Con idéntica parsimonia propondría lo contrario, otra característica que lo emparenta a su predecesor. Hay seres humanos que carecen de oído musical, él es sordo al efecto de sus palabras. Habla a salto de Matas.

Respecto a la convención en sí misma, el PP se ha embarcado en una gira turística de disfrute por anticipado de la toma de todas las instituciones políticas españolas, porque anticipa que el poder tendrá un regusto especialmente amargo una vez asumido. Para el espectador resignado, los populares dan miedo antes incluso de retomar el mando. No regresan tras haber aprendido que no se dice "ceceoo", sino para volver a decir "ceceoo" en la misma TVE donde Bauzá reivindica a Matas.

El PP intentó que la convención se celebrara en el Auditòrium, pero allí estaba Chicago, casi un espectáculo hermano. Se dirigieron a continuación a Trui Teatre, pero allí se representaba King of pop, y Michael Jackson podría oscurecer a Rajoy. El cobijo idóneo era un hotel de Escarrer, que celebró alborozado el retorno de Matas en 2003, aunque excusó su asistencia en el mismo Palas Atenea cuatro años después.

Incluso para los estándares locales, la presencia de Camps en Mallorca resulta excesiva. El PP consideró con cierta lógica que la isla aporta la geografía ideal para rehabilitar a su "amiguito del alma" valenciano. En Balears se materializa la línea de defensa de que nadie se corrompe por tres trajes, porque las tarifas son mucho más sustanciosas. Rajoy le inflige a la democracia un daño tan irreparable como innecesario, máxime cuando ganarían en Valencia con cualquier otro candidato. En Palma, los populares no están sorprendidos de reconquistar el poder, sino de lograrlo sin ninguna propuesta para atajar la crisis y con un líder al que no encomendarían ni la gestión de sus cuentas corrientes. Rajoy no ha cambiado de neumáticos en medio siglo de carrera política.