El 16 de noviembre la Unesco declaró el canto de la Sibil·la patrimonio Inmaterial de la Humanidad, un poema sobre el juicio final que anoche los mallorquines pudieron escuchar en todas las iglesias de la isla. El musicólogo Francesc Vicens no la ha interpretado nunca, pero sí ha acompañado el canto medieval a través de los interludios. La noche del 24 de diciembre la escuchó en la parroquia de la Colònia de Sant Pere. Contento con el reconocimiento internacional que han recibido todos los mallorquines que la han cantado, enseñado y escuchado, alerta de que el fenómeno internacional "no se nos debe ir de las manos". La Sibil·la es del pueblo y debe continuar siéndolo, afirma.

—¿La Sibil·la fue más especial anoche?

—Fue tan especial como lo es en cada Matines.

—¿Qué conlleva la declaración de la Unesco?

—Implica dos cosas. Primero que tota la gente que la ha cantado, enseñado o intervenido en esta tradición ha recibido un reconocimiento institucional e internacional. Es un hecho sin precedentes. Por otro lado, ha contribuido a la difusión internacional de un fenómeno local.

—De todas maneras, algunos expertos habéis dado un toque de alerta ante la noticia.

—Estamos ante un fenómeno que recibirá una repercusión mediática sin precedentes y debemos saber muy bien qué modelo queremos seguir, qué representación se debe continuar haciendo, porque genera mucho interés en ámbitos nuevos y no se nos tiene que ir de las manos. Es algo que no se puede prever. Simplemente pedimos que se vaya con cuidado y que la Sibil·la sea como hasta ahora.

—¿Puede que los políticos la quieran convertir en un reclamo turístico?

—Si es un reclamo turístico cultural sería una gran cosa, pero el turismo ha demostrado tener muy poco interés por las cuestiones culturales. Si la Sibil·la sirve para hacer saber que en Mallorca, aparte de sol, playa y cerveza, tenemos actividades culturales que nos dignifican, será fantástico. Es una responsabilidad institucional que en el stand de Ibatur al lado de Rafel Nadal se acuerden de poner a la Sibil·la. Se habla mucho de turismo cultural, pero creo que se ha utilizado mucho esta palabra sin una planificación ni una estrategia para que las cuestiones culturales hayan sido un pretexto para promocionar la isla. La declaración de la Unesco para los mallorquines ha sido una cuestión muy hermosa, relevante y significativa. Falta conocer qué proyección se quiere dar a la Sibil·la. Creo que las instituciones están generando una reflexión interna sobre cómo se debe promocionar a partir de ahora el canto medieval.

—¿Qué camino propone?

—La Sibil·la es una tradición muy sana, arraigada y que funciona muy bien. El catálogo de la Unesco resalta que se debe proteger y conservar. Hay que ver si el canto medieval se deberá proteger del fenómeno Unesco, de lo que implique el reconocimiento internacional. Lo más acertado es continuar con la tradición. Los pueblos y sus tradiciones son muy sabios para no estar preocupados por este tema. Cada comunidad, cada parroquia sabe lo que debe hacer.

—¿Es un reconocimiento a todas las personas que la han cantado y escuchado Matines tras Matines?

—Exactamente. Es un conjunto de vivencias, de imaginarios navideños que cada persona tiene vinculados a un lugar en concreto. No es la Sibil·la de Lluc, ni la de la Seu, es la Sibil·la de cada pueblo y su manera de representar el canto medieval. En un sitio es una niña, en otro un niño, en otro un adulto y en otro va acompañado con los interludios. Todo eso es la Sibil·la. Es una pero a la vez son muchas.

—¿Qué relevancia social tendrá este canto medieval como fenómeno global?

—De momento, en un mes y medio ha pasado de ser un canto conocido solo en Mallorca a ser un fenómeno internacionalmente conocido. Hay medios de comunicación de todo el mundo que se ponen en contacto con gente que gestiona la Sibil·la para darle proyección.

—¿En qué otros sitios se canta?

—En la época medieval, el canto se entonaba en toda Europa. Pero se prohibió y con el tiempo solo se conservó en Mallorca y en la catedral de L´Alguer. Desde hace unos años, en Catalunya en la Catedral de Santa Maria del Mar y en Valencia en Ontinyent se interpretan Sibil·les recuperadas que tienen una gran expectativa porque tienen mucho público. Durante muchos siglos no se han cantado y a partir de investigaciones se ha constatado que se cantaba en determinados sitios y se ha decido incorporarla.

—¿Qué representa el personaje de la Sibil·la?

—Es una pitonisa, una bruja que adivina lo que pasará en el futuro. Se hizo muy famosa en la época medieval porque cerraba la procesión de los profetas, que eran una serie de personajes de la antiguedad y el último personaje que iba haciendo intervenciones en las iglesias era la Sibil·la. Era espectacular, con el tiempo tuvo tanto éxito que se convirtió en una representación por sí misma.

—¿Y la vestimenta?

—Representa este personaje femenino y por ello lleva distintivos femeninos. Era de Eritrea. El elemento que destaca es la espada que la identifica como personaje que tiene autoridad, capacidad para adivinar el futuro, de amenazar a la gente, ya que explica un texto que es un trueno, una amenaza. El anticristo vendrá, habla del juicio final en términos medievales. La espada sirve para dar dramatismo al texto.