Mallorca cuenta actualmente con más de 800 niños y adolescentes que viven separados de sus padres y que están con familias de acogida o en centros públicos y concertados, según los datos facilitados por el Consell. Aunque esta cifra no ha registrado importantes variaciones durante los años de la crisis, al igual que tampoco lo ha hecho el conjunto de denuncias presentadas en materia de protección del menor (unas 2.100 anuales entre 2007 y 2009), sí existen algunos comportamientos en los que se detecta un apreciable alza: el maltrato físico, el maltrato prenatal y la negligencia física.

En concreto, si en 2007 se detectaron 118 casos en los que el menor había sido golpeado, en 2009 esa cifra había ascendido a 143. Respecto a la negligencia física (niños mal vestidos, sin asear o mal alimentados), se ha pasado de los 367 de 2007 a las 464 del pasado año. Finalmente, en el caso del maltrato prenatal (perjuicios para el feto debido a que la madre presenta problemas de alcoholismo o de cualquier otra drogadicción, por ejemplo), se ha ido de 19 a 24 denuncias en esos dos años. Por contra, se han dado descensos apreciables en el número de casos relacionados con el maltrato psíquico o la negligencia emocional, y más moderados en los menores abandonos o el abuso sexual. Al menos hasta el pasado año, porque la puesta marcha en 2010 de un protocolo para detectar estas situaciones está conllevando un repunte en las denuncias.

Influencia de la crisis

¿La crisis económica puede potenciar este tipo de situaciones? El director de Menores del Consell, Antonio Muñoz, considera que sí, desde dos supuestos. En primer lugar en el caso de aquellos padres que se están viendo obligados a dedicar un mayor número de horas a su trabajo para intentar mantener sus ingresos y así poder hacer frente a los compromisos que tienen adquiridos, como el pago de hipotecas, lo que puede suponer una menor dedicación a sus hijos para garantizar su protección frente a terceros.

Pero también se pueden incluir a aquellas familias que se han visto desestabilizadas al quedar alguno de los progenitores en situación de desempleo y en las que la frustración que ello conlleva es descargada sobre los menores.

Sobre este último punto, Antonio Muñoz señala el paralelismo existente entre los casos de maltrato a los menores y de violencia machista: las denuncias registran un apreciable aumento durante las semanas del verano y de Navidad, debido a que los periodos vacacionales obligan a aumentar el tiempo de convivencia en la familia e intensifican los problemas que podían existir en sus relaciones. De la misma forma, la pérdida del empleo también puede conllevar ese mismo aumento en los tiempos que padres e hijos están juntos.

Este tipo de situaciones hace que en estos momentos se superen en Mallorca los 800 menores que viven separados de sus padres. Según explica el representante del Consell, 328 de ellos están viviendo con familiares (abuelos o tíos, habitualmente), ya que así se quedan a cargo de personas con las que mantienen vínculos afectivos. Pero hay 77 niños que han sido puestos en manos de familias ajenas, y 27 que están en situación de preadopción. Cuando el problema se da con pequeños que no superan los cuatro años de edad, se opta por dejarlos en manos de ´familias canguro´, aunque este sistema tiene siempre un carácter muy temporal. En estos momentos hay 75 bebés en esa situación

Menores en centros

Antonio Muñoz destacó que siempre que es posible, se opta por la fórmula de dejar a los menores de edad en manos de una familia para su cuidado. Pero hay casos que precisan de un seguimiento más constante del niño por parte de profesionales, como psicólogos o educadores sociales, de ahí que se opte por los centros de acogida. Así, 251 de ellos están en instalaciones concertadas, y 80 en edificios de titularidad del propio Consell de Mallorca.

Un aspecto que se pone de relieve es el fuerte aumento que se está detectando en la preocupación y en la concienciación de la sociedad respecto a las situaciones de maltrato infantil. Por ello, este año se ha puesto en marcha un protocolo para que los diferentes profesionales que trabajan con los menores y el conjunto de los ciudadanos puedan detectar situaciones de este tipo, y que incluye unas hojas de notificación del riesgo de maltrato, en las que se señalan los posibles síntomas para calibrar la gravedad del caso.

Durante los últimos meses se han registrado varios casos que han generado una apreciable alarma social en relación a estos temas. Entre los ejemplos más significativos cabe recordar que el pasado mes de septiembre fue condenado a 15 años de prisión el ex presidente de una asociación cultura de la zona palmesana de Pere Garau por un delito de abusos sexuales reiterados a seis niñas, en unos hechos que se registraron entre 1995 y 2007.

Un aspecto que es especialmente destacado desde la asociación Red de Ayuda a Niños Abusados (Rana) es que en el caso del abuso sexual, se estima que sólo uno de cada diez niños comunica que ha sufrido esta situación inmediatamente después de padecerla, lo que deja en una situación de especial vulnerabilidad a los nueve restantes.

De esta forma, existen estudios que apuntan que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños podrían ser víctimas de abusos a lo largo de su vida.

En opinión de esta organización, este problema se registra en el conjunto de las comunidades autónomas en niveles que pueden mostrar escasas diferencias, aunque se reconoce la ausencia de estudios recientes sobre este tema.

En cualquier caso, se afirma que la tendencia al alza que se está detectando en las denuncias no tiene que ver con un incremento del problema, sino del número de casos detectados gracias al aumento de la concienciación social y de los programas que se están poniendo en marcha. Por ello, se afirma que resulta muy positivo que cada vez afloren más casos para así poder actuar con mayor efectividad ante este problema.

En cualquier caso, se admite la posibilidad de que Balears registre una tasa de denuncias algo superior a la media española por las características de su sociedad, de carácter muy urbano frente a otras zonas más rurales, y en la que es más fácil que trasciendan ente tipo de problemas, tal y como sucede también con los casos de violencia contra las mujeres.