Llucia Caldés (Llucmajor, 1972) es sexóloga y responsable del programa Sexconsulta que se ofrece desde Palmajove y que llega también a la Universitat.

–¿Qué objetivo tiene Sexconsulta? Porque además de ofrecer orientación sexual también se hace con la emocional

–Cuando un joven viene al servicio, no sólo intentamos responder a la pregunta que nos está haciendo de carácter sexual, sino que en muchas ocasiones hay otra demanda oculta de carácter afectivo, emocional, de autoestima...

–¿El joven es más inseguro en materia afectiva que sexual?

–Nuestra sociedad es analfabeta emocional. En general, andamos muy mal de afectos, y así van las cosas. Nos encontramos con casos de chicas de 15 o 16 años que vienen a consultarnos sobre métodos anticonceptivos hormonales, pero al indagar algo más lo que nos encontramos con que su chico no lo quiere hacer con condón y ella se ve presionada. Aquí lo que se debe trabajar es la autoestima y aprender a decir que no... a quererse lo suficiente. También nos encontramos casos de dependencia emocional, en los que se aguantan cosas que no son positivas o relaciones que no son sanas por miedo a quedarse solos.

–¿Qué nivel tienen los jóvenes isleños en materia de formación sexual?

–Están muy mal educados sexualmente. Hay una sobreinformación a través de internet o de las revistas, pero no sabemos manejar esa información porque no tenemos educación. Todo el mundo puede encontrar las instrucciones sobre cómo usar correctamente un preservativo, pero lo cierto es que no se usa de forma adecuada.

–¿Hay diferencias en el nivel de formación de chicas y chicos?

– Las chicas son las que más consultan, y no porque los hombres tengan mejor educación sexual, sino porque social y culturalmente las mujeres nos dejamos ayudar más. Tímidamente empiezan a llegar varones.

–¿El tipo de consulta que se hace es diferente?

–Los chicos son los del cuánto, y las mujeres las del cómo. Ellos preguntan cuánto tiempo tienen que tardar en eyacular para que no se les catalogue de eyaculador precoz, cuántas erecciones pueden tener, cuánto debe medir el pene... todo es en cantidad. Y ellas consultan cómo es la primera vez, cómo se llega al orgasmo... más la parte cualitativa.

–¿Sigue dando vergüenza hablar sobre sexo?

–Por supuesto. La mayoría de las consultas son on line, porque favorecen el anonimato, aunque están creciendo las presenciales en nuestro nuevo local. Pero conseguir una entrevista personal todavía cuesta muchísimo.

–¿El sexo todavía es un tabú entre padres e hijos, algo que todos saben que existe pero de lo que no se habla?

–Sí. Me gustaría que fuera un tema cuya educación se inicia en la familia y se complementa en la escuela y con los amigos, de una forma natural. Pero los padres prefieren responsabilizar de ello al centro educativo, y éste se pone la medalla por pensar que el simple hecho de impartir un taller de dos horas cubre la educación afectiva y sexual de sus alumnos. Es la patata caliente que nadie quiere y que incomoda muchísimo.

–¿Cuál es la consulta con mayor carga dramática que ha recibido?

–Hay muchas, pero las que más me entristecen son las que tienen que ver con un perfil de gente joven, sana, pero que se reconoce insatisfecha en su sexualidad. Creo que es un fracaso social y cultural. Y otras que llegan puntualmente y las derivamos a otros servicios son las de jóvenes con desestructuración familiar que llegan vomitando su malestar. Son personas que no saben a qué puerta tocar y lo hacen aquí.

–¿Y la consulta más absurda?

–También hay muchas. Una reciente es el caso de una chica, que afortunadamente nos consultó, a la que le habían recomendado como método anticonceptivo ponerse una aspirina en la vagina. Tuvimos otra a la que habían dicho que si ponía pastillas anticonceptivas en el champú tendría mas brillo en el pelo. En general, nos llega un perfil de mujer que desconoce muchísimo su anatomía y que, por ejemplo, se asusta cuando después de una relación sexual algo del semen sale fuera de su vagina.

–¿Se rompen tabús sexuales entre los jóvenes?

–Sí. Los juguetes eróticos han pasado a formar parte de la rutina sexual se muchas parejas. Y un tema tabú por excelencia, como es la masturbación femenina, protagoniza ya muchas consultas, incluso de chicos, que quieren saber qué hacen las mujeres en esta materia.

–Los chicos hablan de sexo con sus amigos... las chicas con sus amigas... ¿pero la pareja habla del sexo que practica?

–Es otro tema tabú. A veces la presión de querer complacer a tu pareja hace que te comas mucho el coco, pero lo último que se les ocurre es hablarlo. Hay miedo al fracaso, y eso sucede tanto a hombres como a mujeres. Nosotros les decimos que se imaginen su cuerpo como un mapa, que ellos eligen con su pareja irse de viaje, que pueden ir al país que quieran, que tienen que descubrir todos los paisajes, y que es muy importante que ya que van de viaje con un compañero, se vayan informando de los sitios que más les gustan, cómo les gusta ir... y gracias a esa información se vuelven más sabios y tienen más posibilidades de pasarlo bien y de dar y recibir placer-

–Woody Allen afirma que el sexo es sucio sólo cuando está bien hecho. ¿Los jóvenes mantienen prejuicios en materia sexual?

–Desde luego. En general son muy homofóbicos, tanto chicos como chicas. Cuando se habla de homosexualidad, la frase es: "que asco". A mi eso me duele mucho. También sucede con el sexo anal.

–¿Cuál es el gran problema de los jóvenes?

–La intolerancia a la frustración. Cuando no obtenemos lo que queremos, nos volvemos insoportables, déspotas. Y en sexualidad hay que currárselo para estar satisfecho, pero eso no les gusta, porque lo que quieren son resultados inmediatos.