En Francisca Sánchez recayó el honor de ser la primera paciente citada en Son Espases. Previsora, acudió al servicio de oncología a las siete de la mañana acompañada por su hijo. "Estoy muy ilusionada y también un poco asustada por la novedad. He venido en coche con mi hijo a las siete de la mañana porque no conocíamos el hospital y es mejor ir con tiempo. Las puertas estaban cerradas y nos han tenido que abrir, pero todo el mundo se ha portado muy bien. Estaba bastante asustada y al final no ha sido para tanto", se sinceraba.

Al médico que la atendió, el oncólogo Javier Martín, le esperaba una mañana ajetreada. Tenía que ver a 18 pacientes con un nuevo sistema informático que "nos obliga a ser más mecanógrafos", criticaba estimando que ver a los enfermos ayer asignados le llevaría unas siete horas. "Y a las dos tengo un comité clínico en Son Dureta", explicaba mientras dedicaba unas palabras de elogio al centro: "Es muy bonito, luminoso y amigable. Esperemos que se convierta en un incentivo para los profesionales".

Quien no podía ocultar su enfado era R. A., una paciente que se desplazó desde Llucmajor para recibir una sesión de fototerapia para su psoriasis. "No me han podido hacerla porque el enchufe no valía para la máquina. He llamado a primera hora de la mañana a la clínica del Carmen, donde hasta ahora me hacían el tratamiento, y me han confirmado que viniera a Son Espases. Yo vivo en Llucmajor y me he pegado un madrugón para nada, porque me han citado para otro día", contaba molesta.

Otra de las pacientes afectadas por un lío entre un enchufe bisáfico y otro trifásico se mostraba más conciliadora, quizá por su vecindad en Palma y no tener que haber madrugado tanto: "Mi médico es una persona muy prudente y ha preferido no hacerme nada hasta que la máquina esté en condiciones. Ya me avisarán cuando pueda hacerlo".

Mientras tanto, por los pasillos del hospital parecía deambular más gente de los citados para el día de ayer. Porque muchas personas acudieron ayer a Son Espases para conocer el hospital un día antes de su cita, fijada para hoy. "Así mañana (por hoy) sabremos adónde tenemos que ir sin dar muchas vueltas", alegaba uno de los pacientes.

Vicente y Catalina eran dos personas que, vecinos de Sant Bernat, habían cogido un autobús para salvar la corta distancia y conocer de primera mano cómo es el nuevo hospital. Porque casi todas las personas que ayer deambulaban por los pasillos de Son Espases, citados o no citados, necesitaban de la ayuda de alguno de los más de veinte guías –chaquetas verdes– o celadores dispuestos por la conselleria de Salud para orientar a los usuarios por el nuevo centro sanitario.

Una labor de la que no se sustrajeron los guardias de seguridad dispuestos por el recinto, en el día de ayer un total de ocho personas. Uno de ellos, con dieciocho años de experiencia a sus espaldas ejerciendo esta labor en Son Dureta, lanzaba una advertencia: "Con todo esto abierto al cien por cien, serán necesarios unos doce guardias por las dimensiones del lugar. En Son Dureta intervenimos una media de dos o tres veces al día por agresiones verbales o físicas al personal protagonizadas por algún paciente psicótico. Aquí, para que haya una sensación de seguridad, tendrán que poner a más gente porque para llegar desde el pabellón psiquiátrico hasta aquí (consultas externas), se necesitan no menos de seis minutos", calculó.

Pequeños desajustes y quejas que no deberían deslucir un "día de ilusión" en el que, como remarcó Luis Carretero, "empieza a funcionar Son Espases".