La economía del vicio renquea. También ella. Que fumar adelgaza la cuenta corriente y beber para olvidar es una receta cara cuando los bolsillos van ligeros de euros. Y van ligeros de euros. Tanto que hasta los negocios que tienen la adicción como patrón de consumo se han visto afectados. Sufren todos. Los legales y los ilegales. Los estancos y los prostíbulos. Los loteros, los bingueros y los camellos. Aunque el negocio más golpeado es el que más golpea cuerpo y cuentas: la bebida. Lo deja patente la recaudación del impuesto sobre el alcohol de la Agencia Tributaria, que muestra cómo desde 2007 la crisis se ha bebido a grandes tragos un mercado que en Mallorca ha perdido ya el 27% de sus ventas.

Y eso son muchos cubatas sin servir. En cartera vacía no hay billetes para copas, explican quienes de un modo u otro viven de la sed ajena. "La crisis se está notando muchísimo. Sobre todo a diario: la gente sigue viniendo, pero se consume mucho menos", explica Uvete, uno de los socios de El Garito, local siempre de moda en Can Barbará al que le pasa como al resto del Marítimo: que los euros no entran como antes.

Ni siquiera con los precios congelados y una clientela fiel. Lo dicen los dueños y lo confirman estudios de consumo como los de la consultora Nielsen y la Federación de Bebidas Espirituosas, que le han puesto decimales a la tendencia que ahoga el vicio en la calle: de dos copas de media por noche de fiesta se ha pasado en solo tres años de crisis a 1,2 cubatas. Y aún menos cervezas. Porque el descenso del 27% en el consumo mallorquín de bebidas de alta graduación se acentúa hasta el 35% en el caso de la cerveza.

Con menos precisión y más implicación personal lo explican en una licorería de la palmesana Plaça de la Mercè: la Panadería Pastor, un negocio que luce cartel de pastelería pero escaparate alicatado del suelo al techo con botellas de todos los licores. "Vendemos al por mayor a bares de la zona y hemos notado un descenso fuerte de las ventas, de en torno al 15%. Aunque se colocan más o menos las mismas marcas porque nuestros clientes son bares pequeños de barrio, que llevan sobre todo whisky", cuenta la dependienta de la tienda, decorada en su puerta principal por un cartel habitual en estos tiempos: "Se traspasa".

La pastelería-licorería sigue así los pasos de muchos negocios ligados a la barra y sus vicios. Miles de negocios: 30.000 bares y licorerías en todo los país han cerrado sus puertas, según la Federación Hostelera, que teme que las barras y sus copas sigan de capa caída durante muchos meses. Sus temores tienen fecha concreta: el 2 de enero de 2011, el día en que entra en vigor la ley antitabaco llamada a desterrar el humo de todo bar. "Será la puntilla para todos. Para los bares que ya están fastidiados y para nosotros que aún vamos a vender menos", vaticina el dueño del estanco número 27 de Palma, un establecimiento del barrio de Pere Garau en el que llevan meses con los dientes apretados.

Porque al tabaco también se le han bajado los humos: las ventas cayeron en Palma un 37% en los dos primeros años de crisis (2007 y 2008), para remontar ligeramente el vuelo durante 2009, cuando la facturación del sector fue un 6% más baja que antes de que el reventón financiero condujese al mundo a la recesión. La nicotina demuestra así ser un vicio más implacable, alienante y adictivo que el alcohol. Aunque las cifras tienen truco en la Mallorca del turismo de excesos: "Las ventas en los estancos que no están en zona turística han bajado mucho más de lo que dicen las cifras. Donde hay turismo han sufrido por la pérdida de valor de la libra, que ha hecho que los ingleses no se lleven tanto tabaco, pero en los barrios no vendemos porque la gente no tiene dinero. En algunos estancos se ha perdido el 40% de las ventas", aclara el estanquero, que señala como ejemplo un estante de lo más elocuente: está lleno de sobres de tabaco de liar.

Es el producto superventas del momento. "Al principio de la crisis los que compraban un cartón aguantaron y siguieron comprándolo, pero pronto se pasaron a los cinco paquetes, y después a menos. Y lo último es el tabaco picado para liar", aclara el estanquero, un hombre de verbo fácil al que no le cuesta encontrar ejemplos de lo más ilustrativo. Como la última moda, unas boquillas para liar cigarros diseñadas para tiempos de crisis y euro caído: son más largas de lo normal. "El caso es estirar y estirar. La gente compra menos tabaco y de peor calidad".

Caladas baratas

Por eso marcas tabaqueras que siguen luciendo lujo con su logo tatuado en el Ferrari de Fernando Alonso han perdido puestos en la parrilla de salida respecto a las etiquetas de nuevo cuño que inundan el mercado. El precio lo explica: de los 1,50 euros que cuestan los pitillos de una de las casas que ni siquiera pagan impuestos de tabaco (por razones que hasta los estanqueros desconocen) a los casi 4 que cuesta el cigarro sabor Ferrari van muchos céntimos. Y los céntimos son caladas en la isla del vicio contenido.

Así que el tabaco se adelgaza a sí mismo. Que no son buenos tiempos para vender humo. También lo saben loteros, bingueros y explotadores de tragaperras, castigados en todos sus frentes. Retroceden la Lotería Nacional, la Quiniela y las bonolotos y primitivas. También se venden menos cartones de bingo. Y sufren los cupones y quienes los venden, como el responsable del kiosco de la ONCE en la esquina de Joan Alcover y calle Manacor, cansado de vender poco y sufrir mucho.

Y no solo por la falta de ventas: "Me atracaron el 9 de junio y lo han intentado otras veces. Se lo dices a la Policía Local y no hacen nada. Y así es lógico que se venda menos: los clientes tienen miedo a sacar la cartera. Lo estamos pasando mal", subraya, consciente además de que los números no acompañan. Según Loterías y Apuestas del Estado, un juego tan popular como la Quiniela perdió solo en 2009 el 6,4% de sus clientes en Mallorca. Y lo peor es que la tendencia a la baja que se inició con la crisis no tiene visos de quebrarse. Ni en la Quiniela ni en La Primitiva (caída el último año del 2,4%) ni la Lotería Nacional (-3,3%), que siguen bajando. El retroceso del juego afecta incluso a los sorteos más emblemáticos: la lotería de Navidad rompía por primera vez el año pasado una tendencia a mejorar sus ventas que duraba 25 años. El Gordo navideño cedía así el 5% de sus clientes de Balears, que este año volverá a ser la comunidad que menos lotería compre.

Más prostitutas, menos euros

Mallorca se vuelve así saludable a la fuerza. Aunque hay hábitos bien saludables pero ligados por la sociedad al vicio que también pierden fuelle. Es el caso del sexo. Sobre todo cuando es de pago. Aquí no hay datos oficiales, aunque quienes viven de su cuerpo saben que cada día les cunde menos. Se lo explica a este periódico Jenia, prostituta búlgara que anuncia en los diarios sus "grandes pechos" (en los periódicos no se puede poner la palabra "tetas") como "Paola, 23 años". "Mi nombre real no es muy bueno para esto", se disculpa sin necesidad, antes de confesar en buen castellano que el negocio está peor que cuando llegó hace cuatro años a Mallorca. "Clientes creo que hay más o menos los mismos. De sexo siempre hay ganas, pero la competencia es grande. Hay muchas más chicas que antes, también mallorquinas, que cobran casi nada. Yo no estoy en la calle, pero sé que servicios que antes se hacían por 50 euros ahora se hacen por 20. Muchas lo pasan mal. Muchas horas, peligro en la calle, problemas entre chicas, para poco dinero", relata, preocupada por el futuro de un actividad ilegal empobrecida y alimentada por la misma crisis. Son las paradojas del vicio, viciado por una falta de euros que hace que hasta las adicciones renqueen.